Sin lugar a duda cuando el hartazgo llega no hay poder que detenga a los ciudadanos cuando se disponen unidos a
cambiar su circunstancia ante la esfera gubernamental. Y si de establecer quienes estuvieron en esa concentración en el Zócalo de la Ciudad de México habrá que señalar que fueron mexicanos que se han sentido ofendidos por el inquilino de Palacio Nacional, y quien con sus peroratas mañaneras le ha dado por sembrar la discordia entre los distintos grupos sociales intentando dividir a quienes ahora se unen en una causa común: poner un alto a los excesos del poder que encabeza Andres Manuel López Obrador.
Bien decía alguien por ahí, que cuando el Leon despierta hay que tener mucho cuidado porque los zarpazos a diestra y siniestra pueden ocasionar heridas que difícilmente sanarán, y eso es lo que ocurrió este domingo cuando millones de hombres y mujeres decidieron dar una lección al inquilino de Palacio Nacional que hasta ahora ha entregado magros resultados de su gestión, y ha ofendido a los mexicanos de todas las latitudes a quienes ha calificado con epítetos denigrantes que nunca habíamos escuchado en boca de un Mandatario Nacional.
Andrés Manuel López Obrador, por desgracia presidente de la República, ha sido prolífico en ofensas a los mexicanos de todas las latitudes con ese empecinamiento personal de diferenciar a los unos de los otros. Quizá no ha entendido después de más de cuatro años de gestión al frente del país, que somos iguales unos con otros, y que en esa igualdad no caben los epítetos, y mucho menos la diferenciación entre conservadores y liberales. En un país de libertades como el nuestro, cada quien puede profesar la religión que le parezca, o tener costumbres que en nada afectan a los demás.
Lo que no entiende Andres Manuel López Obrador es que es el presidente de la República, y en esa representación que ostenta, su principal función es armonizar a todos los mexicanos, de todas las latitudes, y no enfrentarnos entre presuntos liberales y conservadores como lo han registrado las páginas de la historia, y esa es la circunstancia que por desgracia pretende diferenciar y que en el pasado terminaron en baños de sangre, y divididos por sus creencias religiosas. Y esa es la forma en que opera el Mandatario con esa estrategia de divide y vencerás que hasta ahora no hemos aceptado la mayor parte de los mexicanos.
La muestra del despertar ciudadano ha sido rotunda, y lo tiene que entender el Presidente de la República, porque los mexicanos no somos súbditos ni vasallos de un sujeto que se piensa por encima de los demás porque detenta el poder, ese poder que tendría en todo caso que utilizar para mejorar las condiciones de vida de todos los mexicanos sin hacer diferenciación alguna ya que la igualdad está consagrada en la Carta Magna que debiera consultar y analizar antes que seguir confrontándonos a los unos con los otros.
Nunca antes un Mandatario se atrevió a insultar a los mexicanos de la forma en que lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador, y en el pecado llevará la penitencia, porque al igual que José López Portillo, en cuanto cumpla su mandato tendrá que soportar la inquina que ha sembrado durante tantos años cuando tenga el valor de caminar por las calles, o utilizar el transporte público en sus viajes. Si al exmandatario López Portillo lo llamaron el perro de la colina por aquello de que ““defendería el peso como un perro boca arriba”, ya me imagino la serie de epítetos a quien se ha dedicado a epitetar a quienes no comulgamos con su forma de gobernar. Por lo pronto ““El Perro de Macuspana” ha dejado de ladrar. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.