El camino del Cenit al Nadir

Sin lugar a duda el presidente de la Republica ha entrado en una vorágine de sucesos que cada día le hacen perder

más adeptos por su empecinamiento de intentar la implantación de un régimen totalitario como los que encabezan sus principales amigos en el Continente. Entre los ejemplares a que me refiero, resaltan Nicolas Maduro, Miguel Díaz Canel y Daniel Ortega. Cualquiera de ellos en un régimen democrático pagaría con cárcel durante toda su vida por el daño que le han hecho a los hombres y mujeres de esas naciones.

México no se parece en nada a Nicaragua, mucho menos a Cuba, y desde luego que tampoco a Venezuela. Y pese a todos los intentos que ha realizado Andres Manuel Lopez obrador para entronizarse en el poder de manera indefinida, nuestro entramado Constitucional ha logrado evitarlo, y hasta ahora podemos señalar que de una u otra manera la Patria seguirá siendo nuestra. Así de simple, porque los mexicanos no somos como los nicaragüenses, o como los cubanos, y mucho menos como los venezolanos.

En este país amamos la libertad, el libre albedrío, el trabajar en lo que nos gusta, aunque en ocasiones no existen las condiciones óptimas para hacerlo, pero lo principal es que los mexicanos amamos nuestra libertad y el libre albedrío, ese que nos permite disentir en nuestra forma de pensar, pero hay algo que nos une en la diversidad, el amor a este país y a su gente. De ahí que los mexicanos sepamos diferenciar entre lo bueno y lo malo, entre lo que nos daña y los que nos beneficia.

Andres Manuel Lopez Obrador es un sujeto voluntarioso al que no le gusta que alguien lo contradiga u opine lo contrario a lo que él piensa. No escucha, y esa particularidad lo ha alejado de aquellos que durante mucho tiempo estuvieron con él en las buenas y en las malas, pero también tiene entre sus más cercanos colaboradores a varios de esos sujetos que le hablan al oído y saben decirle lo que más le gusta escuchar, y eso quiere decir que las veces en que decimos que el Presidente está fuera de la realidad es producto de esa circunstancia.

Andres Manuel Lopez Obrador antes que admirar al Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez Garcia, admira a Nicolas Maduro. Antes que reverenciar a Don Miguel Hidalgo y Costilla, reverencia a Miguel Díaz Canel, y eso quiere decir que está más cerca de las tiranías que de las libertades. Por fortuna Mexico no es como Nicaragua, tampoco como Venezuela, y mucho menos como Cuba. Y eso habla de que los mexicanos no hemos caído en la trampa del populismo rampante que ha destrozado a las naciones del hemisferio, y cuyos líderes se han quedado por tiempo indefinido.

Tampoco podemos tener la seguridad de que el señor Lopez Obrador haya dejado de lado sus aspiraciones de convertirse en un tirano, porque hasta ahora Estados Unidos se ha convertido en su principal valladar. Si mal no recuerdo, la última vez que estuvo en Washington, lo dejaron solo durante más de quince minutos, lo que significa que fue un propósito deliberado para colocarlo en su lugar. Insisto, los mexicanos no somos como los cubanos, y mucho menos en estos tiempos tan cercanos a la decisión de un nuevo destino, pero sin Lopez Obrador. Al tiempo.

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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.