Sin lugar a duda el país y los mexicanos de todas las latitudes estamos afrontando retos muy difíciles de superar ante la
disyuntiva que nos ha impuesto un solo sujeto que se adueñó del escenario político desde hace varios años. En lo personal nunca pensé que este país al que tanto señalamos como ““de un solo hombre” en una interminable diversidad de ensayos políticos, pudiera caer en las garras de lo mismo de siempre. Mexico ha sido prolífico en hombres y mujeres que observan al fenómeno político como una formidable puerta o mecanismo para alcanzar el enriquecimiento, y en esta ocasión nos ha sido diferente.
Siempre hemos señalado que este país es muy rico, y tenemos muchas razones para considerarlo de esta forma, porque hasta ahora seguimos disfrutando aún en nuestra miserable circunstancia, de ese amor que le hemos profesado a todos sus rincones, a la diversidad de hombres y mujeres que lo hacen grande cada día, a sus maravillosas ciudades que guardan rincones espectaculares para los visitantes de todas nuestras latitudes, y que enamoran a aquellos que vienen a conocerlo y a vivirlo, aunque sea por poco tiempo.
Nunca he escuchado en nuestros constantes visitantes alguna referencia denigrante, porque el encanto principal es esa particularidad de nuestra gente de sonreír aún en los momentos más difíciles, y sus esfuerzos personales para que esos visitantes disfruten de la magia de un país diverso, pero a a la vez unido en su destino y su aspiración colectiva de ser mejores, de alcanzar la igualdad, de aspirar a condiciones de habitabilidad en toda su variada geografía, y en su infinita capacidad para estar bien aun cuando estamos mal.
La magia la ponemos nosotros, pese a que aquellos que conducen nuestros destinos, vayan en sentido contrario. Hay que decirlo con todas sus letras, “Mexico es más grande que la mendicidad de nuestros gobernantes, más grande que la capacidad destructiva de nuestra Clase Política, y más grande que todos los problemas que surgen en el día a día”. Para decirlo de forma más rotunda: “México es más grande de todos los que han intentado destruir lo”. Y en esta ocasión no será la excepción.
El término de “kakistocracia” se deriva del griego Kakistos, que significa el peor, y Kratos, que significa gobierno, es decir, el gobierno de los peores, y pueden tener la seguridad de que no tratare denigrar a quienes me refiero con asidua cotidianidad, porque muy denigrados están la mayoría de ellos, comenzando por el inquilino de Palacio Nacional que hasta ahora se comporta como un emperador al que todos le tiene que rendir pleitesía y por consecuencia venerarlo como el “Camarada Lider”. Así de siempre nuestra circunstancia actual.
Para decirlo más claro, y creo que quienes lean esta entrega estarán de acuerdo. No existe en este país la kakistocracia, solamente existe un Kakistocrata, que hasta ahora es el peor gobernante de la historia de este país. Y tuvimos a Victoriano Huerta, a quien le encantaba matar mexicanos, igual que Lopez Obrador, quien mandó matar a más de trescientos treinta y cuatro mil mexicanos cuando decidió no comprar los antivirales para reducir las consecuencias del coronavirus. Pero también tenemos que recordar que mandó matar a los niños con cancer porque se negó a comprarles los medicamentos. Y fueron más de tres mil los que asesinó impunemente. Para decirlo con todas sus letras, el nuevo Victoriano Huerta, el mayor asesino de la historia, languidece ante la máquina de la muerte en que se convirtió Andres Manuel López Obrador. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.