Nunca antes vivimos una circunstancia como la que ahora nos agobia. Los tricolores y los blanquiazules se han
quedado atrás como fuerzas políticas, porque los dueños de este país ya no somos los mexicanos, el dueño de todo es ahora Andrés Manuel López Obrador. Un solo hombre ha causado una brutal destrucción que nunca antes pudieron llevar a cabo los gobiernos anteriores, y por desgracia nos falta un año para el cambio de poderes. Ojalá los mexicanos tengamos la madurez necesaria para entender el fenómeno que hasta ahora nos tiene a todos contra la pared, porque aquel que pululó por toda la geografía de esta nación señalando los malos gobiernos del pasado, es quien está destruyendo al mexico de nuestros días, ese México que durante muchos años construimos los mexicanos y mexicanas de todas las latitudes.
Mexico detento durante muchos sexenios una serie de organismos y dependencias que estaban destinados a la atención de los diversos sectores poblacionales, mismos que la voracidad del Presidente de la República terminó con ellos. Hoy, por desgracia hasta los medicamentos esenciales de los mexicanos en fase terminal han desaparecido por diversas razones, y la principal de ellas son la mendicidad de un mandatario que ha condenado a horribles padecimientos a quienes por su enfermedad ha condenado a una espantosa muerte, porque ni siquiera paliativos para el dolor ha ministrado a los hospitales públicos.
El Mexico de nuestros días, hasta ahora sigue siendo presa de la voracidad palaciega que todo lo destruye y todo lo concentra sin tener siquiera un poco de piedad para aquellos que por sus enfermedades están ahora condenados a la muerte, y por desgracia lo peor es que ya no existen esos paliativos que antaño ayudaban a mitigar los dolores propios de las enfermedades como el cancer, la diabetes, y los padecimientos pulmonares. Un solo hombre cargado de rencor ha marcado el destino de un país que antaño se preocupaba por sus enfermos, hoy por desgracia el inquilino de Palacio Nacional los ha condenado a morir, sin importarle el sufrimiento que les cause.
Bien dicen por ahí que el tiempo cobra las afrentas, y lo digo con todas sus letras, yo estaré ahí cuando le corresponda pagar todo el desastre en que ha convertido a este país. Pero también estaré ahí para recordarle, cuando en sus últimos momentos pretenda solicitar indulgencia a los mexicanos, que el no tuvo piedad para dejar morir a los niños con cancer y los condenó a la más dolorosa de las muertes porque prefirió enviarle dinero a los sátrapas del Continente, que al igual que el han causado miles de muertes entre los pobladores de esas naciones.
Nunca le he causado daño y dolor a alguien, pero si algo pudiera hacer para causarlo a quien por ahora detenta el poder, no lo haría, porque no somos iguales. Y pese a que condenó a los niños con cáncer a una muerte segura al no adquirir los medicamentos necesarios para paliar sus dolores, nunca siquiera desearía que alguno de sus hijos tuviera que pasar por un trance así, porque no somos iguales. Y tengo mucho rencor por lo que le ha hecho a los pobres, a esos a quienes utilizo para alcanzar el poder, y después les quito la posibilidad de curar sus males.
Pero ahí están las cifras, en los primeros dos años de su mandato la población en situación de pobreza creció en 3.8 millones de personas, y en 2.1 millones las personas en pobreza extrema. Y lo peor de todo es que la falta de apoyos extraordinarios de parte del Estado para proteger empleos y alimentación, buscar alternativas de protección para evitar el escalamiento de la violencia doméstica,empeoraron la circunstancia que hemos tenido que soportar. Tal y como lo dije en el título de esta colaboración, la capacidad de Andrés Manuel López Obrador en materia de destrucción es infinita, pero lo más grave, es la falta de piedad, esa que condenó a muerte a muchos mexicanos. Algún día se lo habremos de cobrar. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septien. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con cincuenta años de experiencia en diversos medios de comunicación.