Nunca antes vi o viví la subordinación total de la clase política de todos los partidos al Presidente de la Republica,
porque hasta en el PRIato había disensos y posiciones encontradas porque en este país se respetaba el libre albedrío, que no es otra cosa que la habilidad y el poder de decidir libre y voluntariamente. Y esto quiere decir que es una doctrina filosófica que establece que la conducta humana es reflejo y consecuencia de la voluntad y no de fuerzas externas a la persona.
Pero también supone la condición de posibilidad de la libertad humana, y por lo tanto de la libertad moral, y esto es relevante porque en este país las libertades están unidas a la responsabilidad. De ahí que el ser humano sea responsable de sus actos, en tanto que son actos libres. Bien se dice que el Libre albedrío es un término filosófico para designar la capacidad particular de los agentes racionales, de poder elegir un curso de acción entre varias alternativas.
Pero cuando el libre albedrío, que no es otra cosa que la libertad de elegir de los individuos, es cooptado o entregado o subordinado a alguien, dicha responsabilidad se traslada a un ente extraño que nada tiene que ver con la conciencia de los individuos, porque o han sido comprados de un u otra forma, o simplemente su capacidad de discernimiento es tan baja, que estamos ante la posibilidad de ese error histórico que no es otra cosa que la equivocación de los pueblos.
No pretendo decir que la Voluntad popular que llevó al poder a Andrés Manuel López Obrador está en esta circunstancia, pero ante la miserable pobreza a la que hemos condenado a gran parte de nuestro pueblo, las dádivas institucionales han servido para ensanchar la banda de adeptos al Presidente de la Republica, y por desgracia los mexicanos se engolosinaren de las dádivas institucionales y decidieron votar por la señora Sheinbaun.
Pero ahí están las muestras del fraude electoral que ha venido reseñando mi compañero periodista Yuri Serbolov, quien lleva muchos años reseñando el acontecer político y que a través de sus publicaciones ha desnudado el brutal fraude que se realizó en la pasada elección, y que hasta ahora sigue debatiéndose en los tribunales, pero la desgracia es que pareciera que el Poder Judicial también está al ser II o del tirano de Macuspana.
Hay suficientes evidencias como para que se determine la nulidad de la elecciones, y se realice una nueva etapa comicial, porque la intromisión de Andrés Manuel López Obrador ha sido grosera e infame. No se si le falten tamaños al Poder Judicial, pero si quieren ser verdaderamente leales al país, tendrían que determinar que las elecciones han sido fraudulentas, sancionar al Presidente de la Republica, y rehacer nuestro sistema democrático que ha sido utilizado desde el poder para mantener presuntamente a la mal llamada Cuarta Transformación. Al tiempo.
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Lic. en Derecho por la UNAM. Lic. En Periodismo por la Carlos Septién. Conferencista. Experto en Procesos de Comunicación. Expresidente de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión, Miembro del Consejo Nacional de Honor ANPERT, con 50 años de experiencia en diversos medios de comunicación.