No acaban los problemas para el Gobernador de Guerrero Ángel Aguirre Rivero, quien pareciera no terminar con una cuando ya se le apareció la otra. No se trata de eventos que surgieran improvisadamente, sino que son resultado de la incompetencia del señor Aguirre y aquellos que le acompañan en la desastrosa administración que para desgracia de los guerrerenses todavía faltan cerca de dos años para su terminación. No es que pretenda denostar al señor
Aguirre, pero la realidad que se vive en guerrero es lastimosa producto de su falta de atención y su tremendo gusto por las bebidas espirituosas. Dicen los que saben que la parranda no cesa en Guerrero, y que los desplantes del gobernante han propiciado con mucho las dificultades que mantienen en vilo a los moradores de las siete regiones.
Guerrero no es Michoacán, porque aunque por ahora el estado purépecha este al borde del incendio, la tradición indica que Guerrero puede ser peor en el caso de que siga "calentándose" como se dice en el argot popular. Cualquiera en sus cabales pondría todo de su parte para amainar los conflictos o para resolverlos conforme a lo que mandatan las leyes. Si al diálogo y a la negociación, pero en el caso de la violación reiterada a la norma jurídica no queda más que su aplicación estricta. Los grupos de autodefensa que se han mantenido fuera de lo que marca la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos han proliferado por el descuido gubernamental, y no se avisora la forma de imponer el orden porque las autoridades han sido rebasadas a causa de su pasividad.
Ahora son los alcaldes de la región de la Costa Chica, la que va de Acapulco hacia Oaxaca, quienes están buscando una reunión con el Gobernador Ángel Aguirre Rivero para explicarle la problemática que están enfrentando a causa de los excesos de las policías comunitarias que ahora pretenden aprehender nuevamente y juzgar a ciudadanos que ya fueron juzgados y liberados por las autoridades legalmente constituidas. Lo que quieren es privarlos de su libertad simplemente porque se asumen como los depositarios de la conciencia de los pobladores a quienes mantienen sometidos por el miedo que les despierta la impunidad con que se conducen, esa misma que ha propiciado la pasividad del gobernante estatal.
Los policías municipales no pueden realizar su labor por la amenazas vertidas por los sujetos que se asumen como los poseedores de la voluntad colectiva de los guerrerenses, y que la mayoría de ellos forma parte de las expresiones guerrilleras que todavía pululan por diversas regiones, o de los grupos delincuenciales que las han penetrado y que les proporcionan recursos para que sigan manteniendo los territorios fuera del control de las autoridades municipales y estatales. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.