SIN PUNTO Y COMA
MENDICIDAD MANIFIESTA
El juego de las oposiciones ha resultado letal para este país. Las reyertas nos estancaron durante mucho tiempo y provocaron la inamovilidad de las administraciones en los tres órdenes de gobierno. La competencia política pasó de los procesos electorales para combatir a los gobiernos legalmente establecidos como una forma de dejar constancia del carácter de oposición. Nunca pasó por la cabeza de nuestros hombres y mujeres públicos la necesidad de realizar acuerdos para transitar hacia mejores estadios de bienestar, por el contrario, había que provocar el fracaso del opositor para alcanzar el triunfo en la siguiente elección. Esa fue la meta durante mucho tiempo y se convirtió en el producto más acabado de la modernidad aunque con ello provocaran mayores índices de pobreza.
En los últimos treinta años no fuimos capaces de alcanzar acuerdos para el establecimiento de mayorías estables que sentaran las bases para adecuar el entramado legal a las exigencias de los tiempos y a las necesidades de la población. La parálisis en los congresos fue la constante y lo que se buscaba como fin principal era el fracaso de los de enfrente. Cuánta falta nos hizo que los políticos entendieran que la finalidad inmediata de quienes se dedican a la función pública es “la felicidad de los pueblos”, lo que ellos entendieron como “el exterminio del adversario”. La mendicidad fue la identidad de todos, sin distingo de clase u origen partidista. De lo que se trataba era de poner freno a todo intento de progreso.
La llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República marcó no tan sólo el regreso del otrora partido hegemónico, sino de una nueva forma de hacer política y de buscar acuerdos. Establecer coincidencias antes que privilegiar las diferencias ha sido su mayor éxito en la mesa de las negociaciones, y hay que reconocer que hemos avanzado más en seis meses que en los últimos treinta años. Pero como siempre, los resultados del pasado proceso electoral nos sitúan nuevamente en la disyuntiva de caminar juntos o seguir separados. Lo previsible es que los líderes partidistas coloquen por encima del interés particular al interés general, pero las condiciones que hasta ahora han vertido nos pueden llevar al fracaso.
Por lo pronto y ante el nulo resultado de su propósito por debatir con el Presidente Peña Nieto, Marcelo Ebrard vuelve a la carga intentando subirse al ring porque siente que se le hace tarde para apoderarse del partido que lo hizo Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Las corrientes encabezadas por René Bejarano y Alejandro Encinas, por mandato del señor Ebrard, exigieron a Jesús Zambrano salir del Pacto Por México con la finalidad de que la izquierda recupere su perfil opositor. Para decirlo de otra forma, la mendicidad del señor Ebrard lo hace concebir que solamente alcanzara el triunfo si logra exterminar a sus adversarios. Es la oposición por el simple hecho de oponerse, aunque su posición no tenga sentido por los éxitos de los acuerdos alcanzados hasta ahora. La mendicidad de quien pretende ser Presidente de la República es manifiesta y sin sentido, pero por el momento no logrará su propósito. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.