Ayer relataba en este mismo espacio la difícil asociación que existe entre el perredismo y las falanges magisteriales que pretenden confrontar al Estado Mexicano.
Pero habrá que decir que esta circunstancia no es nueva porque desde su nacimiento como fuerza política siempre se ha movido entre lo legal y lo ilegal, en ese filo de la navaja al que muchos acuden cuando de apartarse de la ley se trata, y de presionar a las instancias gubernamentales para el establecimiento de mesas de negociación en donde la primer exigencia es siempre, que no existan represalias contra los presuntos activistas que no son más que simples delincuentes comunes.
Pero también hay que reconocer que actúan de esa forma porque ya le tomaron la medida al miedo de las instancias gubernamentales por generar una confrontación violenta con la sociedad civil a la que pertenece la caterva de desestabilizadores que todos los días inventan algo para seguir cometiendo actos contrarios a la ley en la más completa de las impunidades. Integrantes de las policías comunitarias de cuatro municipios guerrerenses, Tixtla, Olinalá, Huamuxtitlán y Ayutla, pertenecientes a la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, marcharon el domingo en rechazo a la reforma energética propuesta por el Presidente Enrique Peña Nieto, a la vez que exigieron que el Ejército Mexicano y la Marina Armada de México salgan de sus territorios. Así de simple, ahora pretenden una circunstancia de extraterritorialidad para seguir haciendo de las suyas y mantener de rehenes a los moradores y a las estructuras gubernamentales democráticamente electas.
Hasta ahora el Gobernador Ángel Aguirre Rivero no ha logrado contener el surgimiento de este tipo de expresiones comunitarias que en algunas ocasiones muestran el hartazgo de la ineficiencia gubernamental, y en otras la asociación delictuosa con grupos del crimen organizado que mantienen intereses en los plantíos de amapola de la serranía en la Costa Chica y la Montaña. Aunque también hay que señalar que el propio gobernador Aguirre es quien más facilidades ha dado a este tipo de agrupaciones presuntamente ciudadanas, que en realidad pertenecen y militan en el perredismo a la vez que mantienen cercanía con los grupos armados de la región, incluyendo a guerrilleros y criminales que mezclan intereses porque unos dependen de los otros para sus fines.
Con todo y la evidencia de las ligas existentes entre los grupos beligerantes magisteriales y comunitarios y el perredismo, hasta ahora sus dirigentes no se han deslindado de sus actos, lo que confirma que lo que hacen forma parte de la estrategia de desgaste implementada para cercar a las autoridades federales abriendo frentes diversos para desestabilizar las regiones donde mantienen presencia. Pero también los demás involucrados han actuado medrosamente en aras de no provocar mayores actos de violencia, aunque ya se hayan dado cuenta de lo que son capaces y hasta dónde quieren llegar. Por eso piden y exigen la salida del Ejército y la Marina, porque saben que un conato con ellos terminaría en una tragedia y hasta ahora no están preparados para enfrentarla. Tan delincuentes son, que los propios maestros son quienes ahora solicitan la liberación de secuestradores y narcotraficantes. Los grupos beligerantes actúan entre el perredismo y la delincuencia, y nadie ha marcado distancia. Pobre país. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.