Destaca la consideración de Coneval en el sentido de que se encuentran en pobreza extrema las personas que tienen tres o más carencias sociales y perciben un ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo, es decir, tienen una percepción total que es menor al costo de la canasta alimentaria básica.
A nivel nacional, el número de personas en situación de pobreza fue de 53.3 millones en 2012, mientras que en 2010 fue de 52.8 millones. En porcentaje esto representa una variación de 46.1% en 2010 a 45.5% en 2012, tomando en cuenta que se estima que la población total del país pasó de 114.5 a 117.3 millones de personas entre 2010 y 2012.
Esto quiere decir que de acuerdo con el índice de crecimiento poblacional, a pesar de que la cantidad de pobres incrementó en número, disminuyó en porcentaje. Los estados que registraron el mayor porcentaje de su población en situación de pobreza (con más del 60%) fueron: Chiapas con 74.6%, Guerrero con 69.5%, Puebla con 64.4% y Oaxaca con 61.7%. Las que menos porcentaje de población en situación de pobreza registraron son: Nuevo León con 23.2%, Coahuila con 27.9%, Distrito Federal con 28.9% y Sonora con 29.1%. De acuerdo con datos de Coneval entre 2010 y 2012 el número de personas en pobreza extrema se redujo de 13.0 millones a 11.5 millones, es decir del 11.3% a 9.8%.
Resulta innegable que tenemos un verdadero problema en cuanto al número de pobres que hay en el país, aunque haya habido una pequeña disminución. De acuerdo con la medición de la pobreza por entidad federativa 2012, los estados del sureste mexicano son los que presentan las condiciones más delicadas en todos los indicadores, y aunque en algunos casos han disminuido los porcentajes de carencias tan importantes como el rezago educativo (ejemplo de ello es Chiapas), las condiciones de pobreza y pobreza extrema son persistentes.
Por lo que respecta a la miseria, la clase de miseria a la que me referiré no es medible en cuanto a cifras, pero el impacto que genera en la mayor parte de la población es incuestionable e innegable. Siempre he señalado que la mendicidad de nuestra clase política es brutalmente agresiva e inversamente proporcional a los resultados que nos entregan en la gestión gubernamental. Para decirlo de otra forma, su calidad moral y la medición de los alcances en su incursión al mundo de la política no genera ni siquiera mínimos de bienestar para la población a la que dicen representar. Nuestra clase política es nimia y no tiene empacho en mostrar la grandeza de su infinita pequeñez porque se ha vuelto cínica.
Un pueblo empobrecido no merece tener una miserable clase magisterial protegida por el partido en el poder en la Capital de la República. Señalar que no habrá criminalización de la protesta y observar impávidamente la violencia utilizada por los miembros de su partido, muestra el tamaño de la miseria de aquel a quien elegimos para que condujera el destino de la Capital de la República. Pobre México con su pobreza y su miseria. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.