Andrés Manuel López Obrador se sintió mal la noche del lunes y en la madrugada del martes tuvo que acudir al hospital para que le hicieran una revisión que suponía sería de rutina, llegando cerca de las dos y media de la mañana a Médica Sur. Desde el momento en que arribó los médicos supieron que estaba infartado y de forma inmediata le brindaron atención.
Fue un infarto al miocardio que provocó que le hicieran un cateterismo para evitar una taponadura que se le había formado. Desde muy temprano corrieron los rumores acerca de su padecimiento y comenzaron las conjeturas. Incluso algunos medios lo dieron por muerto pero rectificaron de inmediato borrando sus Twitts. El hospital dio un parte para evitar que siguieran los rumores, y más tarde sus propios familiares enfrentaron a los medios de comunicación.
Su hijo Andrés Manuel López Beltrán señaló que estaba bien, consciente, y que en unos días estaría en circulación, por lo que hizo un llamado a los seguidores de su padre para que sigan adelante con el propósito de cercar el Senado de la República para evitar que se legisle en torno a la Reforma Energética. Desconozco si haya sido una instrucción de su padre, pero por la forma en que lo dijo pareciera que no entiende mucho de esas cosas o sus luces no son suficientes para que lo entienda. Dicen por ahí que nunca segundas partes fueron buenas, y en el caso de que algo malo ocurra con el tabasqueño habrá que aceptar que no existe alguien con las mismas características para encabezar a las izquierdas del país.
A fuerza de ser sinceros, el señor Andrés Manuel López Obrador ha realizado todo lo que se le ha ocurrido porque nunca ha existido alguien que le pueda marcar un freno o disputar el liderazgo que detenta por merecimientos propios. Su carácter lo ha colocado por encima de los demás, incluso de Manuel Camacho Solís, quien durante el salinismo fuera uno de sus principales operadores políticos, y el que negoció con López Obrador el levantamiento del plantón que mantenía en el Zócalo a cambio de la nada despreciable suma de 407 millones de pesos, mismos que le entregaron Marcelo Ebrard y Joel Ortega en Ixtapaluca. Claro está que el Presidente Salinas no supo que fueron mil quinientos millones los que se sacaron de la caja de previsión de la policía auxiliar. Del resto no se supo nunca nada.
Lo que le ocurrió al señor López Obrador puso a temblar a todas las izquierdas del país porque resulta indudable que sin él tendrán que retomar ese nimio papel al que seguramente serán condenados por los propios ciudadanos. No existe hasta ahora ningún político en todas las expresiones de las izquierdas que pueda llenar, o al menos intentar desempeñar el papel que hasta ahora asumía el señor López Obrador. Por eso han entrado en crisis, porque de faltar el señor López no habrá quién lo pueda suplir. Ni cárdenas ni Ebrard tienen su estatura ni la capacidad para decirle a la gente lo que les dice el tabasqueño. El problema es que el diagnóstico es más grave de lo que se ha dicho, y puede quedar incapacitado para el activismo. No se le puede dar por muerto, pero tampoco por plenamente capacitado. Al tiempo.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.