Siempre he pensado que México nació de un acto de corrupción. Cuando Hernando Cortés instauró el primer Ayuntamiento del país en la Villa Rica de la Vera Cruz, decidió incursionar tierra adentro sobornando a sus capitanes, a quienes ofreció un porcentaje de lo que “rescataran”, que era la forma en que ellos definían el acto que ahora conocemos como robo, que no es otra cosa que el apoderamiento de un bien ajeno.
La corrupción estuvo presente en la simiente del México que tanto pretendemos querer y que pareciera hacemos todo por destruir, pero eso no quiere decir que después de casi quinientos años tengamos que seguir transitando por el mismo camino simplemente porque fue parte del origen de esta nación, pues en el Continente existen expresiones distintas que al paso de los años han logrado construir sociedades con un menor índice de corrupción.
Trescientos años de saqueos continuos, de corrupción y de tiranía, no pudieron doblegar este país ni agotar sus inmensas riquezas. Tampoco aquellos que se dijeron destinados a sacarnos de la ignominia a que nos condenaron los conquistadores, porque adoptaron los mismos vicios y la dinámica de gobierno y acumulación de riqueza siguió por el mismo camino. El llamado “Cuerno de la Abundancia” ha sido tan vasto que todas las generaciones de corruptos no han podido acabar con él, pero todos los días podemos dar fe de que siguen empecinados en hacerlo.
La Organización alemana No Gubernamental Transparencia Internacional, consideró que en el primer año de gobierno encabezado por el Presidente Enrique Peña Nieto, éste ha mostrado voluntad para el combate a la corrupción, pero en lo personal considero que hasta en tanto no exista una mayor responsabilidad de la sociedad para involucrarse en la vigilancia de los recursos que aporta al gasto vía impuestos, será difícil que podamos avanzar en la erradicación de este vicio social que tanto daño ha causado. De acuerdo a la forma de medición de Transparencia Internacional, en una escala que va del cero, que es sumamente corrupto, al 100, que es muy transparente, México tiene 34 puntos, lo que nos sitúa entre los países más corruptos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y de América Latina.
De acuerdo a esa forma de medición, el país más transparente en el Continente es Uruguay con 73 puntos, seguido de Chile con 71, Puerto Rico con 62 y Costa Rica con 53. Las naciones más corruptas de la región son Venezuela con 20 puntos, Paraguay con 24, Honduras 26, Nicaragua 28 y Guatemala con 29. La realidad es que a pesar de tantos esfuerzos que se han hecho para erradicar la corrupción esta sigue así no porque sea parte de nuestra formación, sino porque la conciencia colectiva no ha transitado hacia el fortalecimiento de nuestra “Ciudadanía”. En función de que seamos una sociedad más enterada, más demandante, más consciente de nuestro papel de hacedores y rechazadores de gobernantes, podremos cambiar hasta situarnos entre los países menos corruptos. El problema es que los procesos de educación en la materia son de los que menos importan a nuestros gobernantes, porque mientras más ignorante sea un pueblo más dócil será para gobernarlo. Lo tendremos que hacer nosotros mismos. Al tiempo.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.