LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS

sinpunto

Mientras esto escribo José Manuel Mireles convalecía en el Hospital Militar después de haber sido trasladado desde Médica Sur en un helicóptero de la Policía Federal Preventiva.

Para tener este tipo de atención especializada se requiere ser beneficiario de los servicios de seguridad social del Ejército Mexicano, tener amigos muy encumbrados en el Gobierno Federal, o bien ser muy influyente. No sé en cuál de los casos podría insertar al señor Mireles, pero al parecer hasta ahora han tenido muchas consideraciones con él. Quizá le han sido reconocidos sus méritos como comandante la fuerza policial más efectiva en la lucha contra Los Caballeros Templarios, ese histórico cártel que muta cuando le conviene y que lleva varios años haciendo lo que quiere en Michoacán porque en muchas partes se ha mimetizado con la sociedad.

Independientemente de las atenciones que el señor Mireles está recibiendo y de que hasta ahora pareciera que la protección oficial le seguirá permitiendo hacer lo que ha venido haciendo, Michoacán está al borde del colapso. Con todo y el señor Mireles las cosas no andan bien porque seguramente el cártel de Los Caballeros Templarios ha decidido reorganizarse para dar golpes certeros, y el estado de guerra puede agravarse al grado de afectar y provocar muertes entre la población civil. El término paramilitarismo ha sido tradicionalmente utilizado para referirse a una organización de particulares que tienen una estructura y disciplina similar a la de un ejército, pero no forma parte de manera formal de las fuerzas militares de un Estado.

En este contexto podemos situar a la mayor parte de los grupos que por ahora se mantienen latentes en Guerrero, y los que activamente mantienen en vilo a Michoacán. La realidad es que en los territorios ocupados por las fuerzas encabezadas por el señor Mireles el orden institucional ha sido suplantado. Las leyes han dejado de existir y solamente se obedecen las disposiciones dictadas por aquellos que presuntamente mantienen el orden y la ley, con la peculiaridad que ese orden y esa ley son las que ellos imponen y determinan, porque el estado de derecho ha dejado de existir. La letra de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dejo de tener vigencia en los territorios arrancados a Los Caballeros Templarios y ahora se obedecen disposiciones verbales de los presuntos vencedores.

El orden institucional no existe en la Tierra Caliente de Michoacán y seguramente dejara de existir en la de Guerrero y pasar de ahí hasta la Costa Chica y después a Oaxaca. Levantar un ejército de más de tres mil personas requiere de mucho dinero, no tan sólo en cuanto a salarios, sino en alimentos, transporte, logística, armamento, uniformes, y ahora en vehículos blindados. No es un problema que se pueda resolver con un simple decreto o una orden, por el contrario, estará mucho tiempo entre los michoacanos y lo padecerán porque habrá decisiones unilaterales y discrecionales. Con ello una parte de México ha dejado de existir y ha sido suplantado no por un gobierno extranjero, sino por delincuentes que es lo peor. Los pueblos tienen libre su autodeterminación, pero los delincuentes han entrado al determinismo. El Gobierno Federal asume el orden. La pregunta es. ¿A través de las guardias comunitarias? ¿Paramilitarismo consentido? Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.