En el momento en que esto escribo son ya varias las horas de enfrentamientos entre el cártel de Los Caballeros Templarios y los integrantes de las Autodefensas en los límites de los municipios de Parácuaro y Apatzingán, sin que el Ejército Mexicano o la Policía Federal Preventiva hubieran intervenido.
Tampoco conozco el porqué de la decisión tanto de las Autodefensas como de los mandos castrenses y policiacos para intervenir y para no hacerlo, pero me parece que el asunto no es menor porque habla de la separación de actividades que hasta ahora habían venido siendo conjuntas, o de la decisión de los civiles de abandonar la presunta prudencia con que hasta ahora se han conducido, y la desobediencia que seguirán practicando en lo sucesivo.
De cualquier forma el asunto es grave y demuestra que tanto uno como otro bando cuentan con el armamento necesario como para intentar vencer a los demás. Pero también hay que decir que resulta entendible que en el bando de Los Caballeros Templarios existan elementos con armas largas y pertrechos para el combate en suficiencia o en exceso, porque finalmente para eso nacieron, para apabullar a sus adversarios y ejercer la dominancia entre los pobladores de la región de la Tierra Caliente, que es donde mantienen su hegemonía. Por mucho que se diga, los integrantes del crimen organizado no cederán tan fácilmente los espacios que controlan porque que eso significaría el desastre, y menos con las guardias civiles que se formaron para combatirlos ante la inoperancia del Gobierno del Estado y la nula respuesta de la Federación al llamado de auxilio.
En cuanto a las presuntas Autodefensas, nadie en su sano juicio ordenaría entrar en combate a sabiendas de que las fuerzas federales se encuentran en la zona con un amplio despliegue de elementos policiales y castrenses, y con el armamento suficiente para confrontar a Los Caballeros Templarios si éstos decidieran presentar batalla. Por la forma en que han venido sucediendo los hechos existe un manifiesto interés de marcar el avance territorial y evidenciar la debilidad de los Templarios, pero también la cantidad de recursos económicos que tienen y que nadie cree hayan salido de las huertas de limones como dicen los principales cabecillas.
Por lo que corresponde a la posición de las fuerzas federales, me parece que una vez más la falta de decisión para tomar de una vez por todas el control de la zona pone en riesgo la vida de civiles. Los dos bandos antagónicos están fuera de la ley y como tal deben ser tratados si se pretende regresar la institucionalidad a Michoacán. Para nadie es un secreto que mantener un ejército cercano a los tres mil elementos implica el gasto de varios millones de pesos por día para comida, municiones, gasolina, vehículos, pertrechos y toda clase de compensaciones por jugarse la vida. En lo personal creo que nadie lo hace de forma gratuita, y que existe una parte interesada en que el territorio quede libre de Templarios para mantener el control sobre la entrada de precursores para drogas sintéticas, y del mercado de los metales. Insisto, a la hora en que escribo se habla de diversas bajas de uno y otro bando, pero todos son mexicanos, todos tienen familiares, y descendencia mexicana. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.