Dicen por ahí que cuando alguien se empecina en algo es porque se montó en su burro. Sin lugar a dudas la sabiduría popular es la muestra de las experiencias acumuladas durante siglos en torno al comportamiento de los seres y su condición humana. Los gobernantes tienen mucho de eso, porque pareciera que ante la carencia de definiciones en la letra de la ley les da por inventar, o por determinar de acuerdo a su muy particular forma de entender las cosas. Por eso las decisiones son disímbolas por todos lados del país, e incluso en los mismos lugares cambian de un momento a otro cuando unos proponen, otros disponen, los demás recomponen, y los que terminan haciéndolo lo echan a perder y vuelta a comenzar con el mismo problema.
Así funcionan los gobiernos en las delegaciones, donde los estratos más bajos de los mandos inferiores son los que terminan echando a perder lo que desde los altos mandos se dispone, pero en ocasiones las cosas se entrampan en grado tal que nadie atina a resolver lo que para los vecinos resulta prioritario y de urgente necesidad. Pero también en los estratos superiores de la cadena de mando dispone cosas que en la mayor parte de las ocasiones son contrarias al interés de los gobernados y terminan por romper con la armonía social. El resultado es la inconformidad y las expresiones radicales, esas que muchas veces quienes gobiernan en el Distrito Federal encabezaron, y que después solicitaron mesas de negociación para amainar los costos, pero ahora que son gobierno han dado la muestra más deleznable de imposición y determinismo sin importarles la inconformidad de los gobernados.
La tónica del perredismo hecho gobierno en el Distrito Federal se ha encaminado hacia la consecución de dinero, y tiene que salir de donde sea porque se requiere para seguir haciendo cosas que poco le benefician a la gente. En otras palabras de lo que se trata es de gastar más para ganar más, porque la vocación por la corrupción sigue latente y se observa a simple vista. Los cuestionamientos contra quienes encabezan las delegaciones son públicos y notorios, y aunque la evidencia se muestre en imágenes, como es el caso de la Jefa Delegacional en Iztacalco, poco los importa a los protagonistas porque se volvieron cínicos.
Alejandro Fernández, Jefe Delegacional en Cuauhtémoc, dijo que ya se presentó ante los comités vecinales el proyecto para mejorar la circulación en las calles de la Colonia Doctores y liberarla de franeleros. Para “taparle el ojo al macho” como se dice coloquialmente cuando de imponer se trata, señaló que si la Autoridad del Espacio Público determina que es indispensable colocar los parquímetros, lo harán ejerciendo las facultades del gobierno central. Para decirlo de otra forma, las cosas se van a realizar porque ellos son los que mandan y los vecinos les valemos un soberano cacahuate. En la Colonia Condesa levantaron el pavimento hace casi dos meses presuntamente para arreglar las calles con el dinero recabado, pero quien sabe dónde lo dejaron porque eso parece campo de guerra. La corrupción está por todos lados, y ahora se hace con o sin consulta. Como dije, se volvieron cínicos. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.