Fueron doce senadores los que viajaron a España. No se a quien diablos se le ocurrió que tenían que ser doce los que representaran a México, que no a los Mexicanos que somos los que pagamos impuestos para que ellos la pasen de lo mejor en su improductiva curul, y realicen viajes a donde se les ocurre que tienen que viajar con los pretextos más banales que he escuchado y leído. Que quede claro, no tengo nada en contra de los señores y señoras Senadores de la República, y tampoco a lo que
representan, pero me parece que la principal función que ellos debieran tener, aparte de turistear en diversas partes del mundo, es representar verdaderamente a las entidades donde fueron elegidos, y no jugar con su encargo a los intereses del mejor postor y supeditando el interés de sus representantes al interés del partido que los postuló.
Hay muchas cosas que no me gustan de lo que hacen los políticos, y también hay otras que no me gustan de los representantes populares, y una de ellas es que no me gusta el cinismo con el que pretenden justificar lo injustificable diciendo incoherencias. Lo que no me gusta es que utilicen dinero en grandes cantidades para satisfacer sus apetitos turísticos con el pretexto del intercambio de experiencias. Lo que no me gusta es que gasten millones de pesos en servicio de cafe, porque los elegimos para que hicieran leyes y no para que se surtan de viandas como si fueran socialités. Lo que no me gusta es que gasten en alimentos de primer mundo cuando su trabajo dista mucho de tener las mismas particularidades. Lo que no me gusta es el cinismo de muchos de ellos y ellas para justificar su forma de turistear con cargo al bolsillo de los mexicanos.
Lo que no me gusta es que Mariana Gómez del Campo, quien preside la Comisión de cultura en el Senado de la República, cuya mayor cultura es saber dar patadas a diestra y siniestra, se atreva a decir que la camara alta tiene que cumplir con sus compromisos internacionales, y que no importa el costo siempre y cuando los viajes sean productivos para el país. Por principio de cuentas el Senado de la República no debiera tener compromisos sociales de índole internacional, sino de trabajo, y solamente si es necesario. Tampoco debe el Senado de la República enviar a grupos numerosos, como fue el caso de quienes visitaron España, pues con uno o dos eran más que suficientes para representarnos.