Hay quienes hacen de su propia reputación un papalote y nadie se ofende por ello. Hay otros que vierten elogios inmerecidos de algunos personajes y ganan aprecio, aunque hay que decir que esto incluye que se ganen el desprecio de los demás. Muchos destrozan reputaciones por hobby o por interés político o empresarial, como una forma de alcanzar privilegios.
Resultan diversos y variados los motivos por los que algunos personajes se ganan epítetos o referencias acerca de su condición, conducta, cargo, y hasta la forma de vestir, y eso repercute indefectiblemente en lo que los especialistas definen como imagen. Al final de cuentas también es parte de eso que denominamos reputación, que es la opinión, idea o concepto que la gente tiene sobre una persona o cosa. Fama, dirán los demás.
La reputación, imagen o fama, surgen en el mundo de las percepciones y tardan mucho tiempo en construirse, pero también bastan unos cuantos segundos para destruirse. El mejor ejemplo de ello es el caso de Lucero, quien después de salir a defender al elemento de seguridad que encañono a los representantes de los medios de comunicación no ha podido posicionar un éxito en la radio y su carrera como actriz tuvo un fuerte descenso. Al paso de los años la observamos con las mejillas manchadas de sangre, y creo que no volverá a estar en el favor de la gente. Lucero contó con la empresa televisiva más poderosa del país para reposicionar su imagen, y cuando estuvo a punto de alcanzarlo volvió a las andadas.
Alejandra Sota, quien fungiera como Vocera Presidencial durante la segunda etapa del mandato de Felipe Calderón Hinojosa fue acusada de enriquecimiento ilícito en algunos medios de comunicación, por lo que la Secretaría de la Función Pública procedió a la integración de un expediente de responsabilidades e inició una investigación. Las atribuciones de la dependencia no van más allá de lo administrativo y la solicitud oficial de informes, y con los elementos que tuvo a su alcance emitió una resolución en el sentido de que la ex vocera no se enriqueció ilícitamente, lo que tiene dos aristas: una en el sentido de que no hizo uso de recursos públicos para su provecho personal, y la otra que su enriquecimiento está dentro de los parámetros de la legalidad.
En el mundo del periodismo todos nos conocemos de alguna manera, y tenemos la capacidad de enterarnos de muchas cosas. Una de ellas fue la circunstancia que vivieron muchos compañeros a quienes se encargaron algunas producciones para ayudar a la campaña del Partido Acción Nacional a la Presidencia de la República. La condición fue que ellos aportarían el capital para la producción de los contenidos, y al final les cubrirían sus honorarios. Todos invirtieron capitales propios e hicieron uso de algunas líneas de crédito porque la oferta era excelente. Al final, los dejaron colgados de la brocha como se dice en el argot popular y nunca les cubrieron siquiera el capital invertido. Quien fuera el vocero de la Secretaría de Salud cargó con la culpa. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.