Muchas cosas ocurren en este país que no encuentran explicación dentro de los parámetros de la lógica. Y no tan sólo en la esfera pública, también en la privada. La mano que mece la cuna es una forma de referirse a las cosas que se realizan de forma subrepticia o con algún grado de secresía. Y hay cosas que ocurren que muchas veces no tienen una
aparente explicación, como es el caso del paro que se gestó en el Instituto Politécnico Nacional a causa de la impericia de Yoloxóchitl Bustamante, quien provocó una movilización estudiantil por una ocurrencia en torno a un presunto reglamento que no había necesidad de implementar. El desenlace es conocido por todos: marchas, plantones, cierre de escuelas, y una manifestación hasta la Secretaria de Gobernación donde los estudiantes fueron recibidos por el propio titular, quien prometió respuestas que, al cabo de los días, llegaron a las manos de los presuntos dirigentes.
Después de horas de debate, los grupos radicales decidieron continuar con el paro y acusaron al gobierno federal de haber respondido con ambigüedades. Claro está que las ambigüedades estudiantiles llagaron al extremo de rechazar el punto número uno que era la invalidación del reglamento que diera pie a las protestas, porque como no se implementó, no tenía razón de ser la respuesta. Contra toda lógica los estudiantes, o quienes los representan, buscaron el pretexto para continuar el paro y entrar en una fase que seguramente los llevará nuevamente a la calle. Curiosamente, quien los representa como vocero es un reconocido activista de Morena, lo que quiere decir que hay algo más que el reclamo. Quienes pierden son aquellos alumnos que están a punto de egresar y lo previsible es que haya un rompimiento en las filas de los grupos que mueven el movimiento.
La pregunta es: ¿hacia dónde planean dirigirse ahora? Y la contestación es muy sencilla, de lo que se trata es de buscar el rompimiento frontal con la esfera gubernamental, instaurar un campamento como lo hiciera el Consejo Estudiantil Universitario, y esperar un exceso de la fuerza pública para provocar otro brote de insurgencia similar al de 1968. Y no es que la imaginación me dé para predecir este escenario catastrófico y otros que también pudiera razonar, simplemente es que los grupos radicales de la izquierda han determinado que la placidez no puede ser la identidad del actual gobierno porque en la elección del año venidero se llevará todas las canicas.
Por eso se han estructurado movimientos que coloquen en tela de juicio la efectividad del gobierno de Enrique Peña Nieto. Guerrero se ha convertido en un polvorín, Oaxaca también, Michoacán comienza a calentarse nuevamente, y seguramente seguirá Morelos y otros estados donde la presencia de las izquierdas es suficiente como para incendiar los ánimos de algunos sectores sociales olvidados. Insisto, de lo que se trata es de que Peña y su partido no se vayan solos el año venidero, porque, de hacerlo, no habrá quien les quite la posibilidad de reafirmar la Presidencia de la República en el 2018. Al tiempo. This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.