Nada más alejado del interés de este espacio que aventurar en una explicación psicológica, pero la tentación resulta demasiado grande para desaprovechar la oportunidad de intentar al menos una aproximación al caso francamente patógeno
del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, recién arrestado en Guatemala.
Y es que la expresión facial, la mirada francamente funambulesca y aún el lenguaje corporal de este señor que dizque gobernó Veracruz mueven a un enfoque supongo que psicológico con el objetivo de tratar de desentramar los resortes o motivaciones que mueven a personas de este talante a hurtar sin saciedad ni límite alguno el patrimonio público o ciudadano, conforme todas las evidencias al alcance.
A ver. Veracruz es un estado que lo tiene todo, como apuntaba en sus días el también ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, padrino político de Duarte de Ochoa, desde sus tiempos en el Congreso.
En efecto, lo tiene todo Veracruz, incluyendo políticos presuntamente ladrones y aún criminales conforme se desprende de numerosas quejas, denuncias, pero sobre todo de una impunidad prácticamente total o absoluta, hija generalmente del poder.
Veracruz es un rico estado ganadero, pesquero, turístico, petrolero, culinario, cultural y aún arqueológico. Esta entidad alberga el primer puerto del país, la firma tubos de acero y astilleros de Veracruz, donde se construyen buques y hacen reparaciones navales mayores.
A esto se agrega un pueblo brioso, esforzado y creativo que impulsa los sectores automotriz y siderúrgico del país. De hecho a Veracruz se le conoce como la puerta de México al mundo.
Ahora veamos algunos rasgos del señor Duarte de Ochoa, un político del que lo menos que podría destacarse es su ambición casi patológica, o sin el casi, por los recursos públicos del estado. Más como diría el clásico ¿pero qué necesidad? Un gobernador de México, cualquiera, y más aún en Veracruz no tiene, no tendría en estricto sentido necesidad de robar. Disfrutan privilegios sin fin. Los recursos que obtienen de manera lícita son abundantes por necesidad. Mientras son gobernadores carecen de necesidad alguna y ganan más que lo suficiente para hacer crecer un patrimonio sobrado. Así que uno se pregunta ¿cuál es el fin de robar? ¿Cuáles son las motivaciones para hacerlo de manera rapaz? Inconcebible.
Una gestión mínimamente decente y eficaz garantiza a cualquier gobernador del país una vida patrimonial sobrada y una dignidad pública que les permite, casi les garantiza, un futuro decente para decir lo menos.
¿Entonces? ¿Qué los lleva a robar un patrimonio que es de la gente común y corriente? Admito que planteo preguntas que casi seguramente suenen ingenuas, pero hay que hacerlas para proponer que entre los requisitos que deben cumplir los aspirantes a gobernar en el país debería estar un examen del perfil psicológico y/o psiquiátrico de estos. No es broma. Vea usted los rostros y gestos de Duarte de Ochoa y estará de acuerdo en que es urgente. ¿O nos resignamos a quedar en manos de seres patológicos, esquizofrénicos, paranoicos o simplemente tóxicos para decir lo menos?
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