Dos amantes de los cielos aéreos y aún de la vida en Estados Unidos, están ahora a punto de coincidir en México. Se trata de Alejandra Barrales, una ex sobrecargo de la extinta Mexicana de Aviación y de Ricardo Anaya, quien suele viajar casi cada fin de semana a
Estados Unidos, donde tiene a todo trapo a su esposa e hijos.
Acaban de anunciar, en nombre de sus respectivas facciones en el PRD y el PAN, que podrían ir en alianza para disputar la presidencia del país en 2018. Y de colada se metió en ese escenario la mujer de Felipe Calderón, Margarita Zavala, otra ambicionante presidencial, que disfraza su fragilidad en una presunta proclividad al diálogo. Ajá.
Ambos dirigentes formales del PRD y del PAN anticipan una alianza antes de las cruciales elecciones del estado de México el próximo 4 de junio y cuando falta todavía más tiempo para imaginar siquiera qué pasará el año próximo en el país.
Es probable que la propuesta haya sido lanzada una vez que han medido sus fuerzas, pero sobre todo se hayan dado cuenta del valor de su oposición, cercano a cero.
Ambos “dirigentes opositores” están cuestionados en un punto crítico: su honorabilidad y decencia. Nada más, pero nada menos.
Recién en marzo último se conoció una lujosa propiedad en Miami de Barrales, quien navega ahora sin rumbo, ni idea, pero sobre todo integrada ya al círculo de los políticos bajo sospecha por corrupción.
Y es que como apunté en este mismo espacio hace un par de meses,
¿Cómo entender y, peor aún, justificar que la señora Barrales posea un bien inmueble de casi un millón de dólares?
La legitimidad de esta propiedad queda al menos en entredicho por dos dudas básicas: ¿pues cuánto ganan nuestros políticos? ¿O de dónde sacan tanto dinero?
Peor aún. ¿Cómo justifica una política de izquierda, que se dice activista contra las injusticias, la ambición por la riqueza? ¿O un estilo de vida más propio de un empresario o de un vulgar ladrón, que de una política que se identifica –dice- con las causas populares de la gente más desprotegida de este país?
¡Qué pena por la Barrales! Todo indica que ya también se embarró, apunté entonces. Ahora quiere una alianza nada menos que con el derechista (PAN), comandado por Ricardo Anaya.
El agua y el aceite en busca del poder a cualquier precio. Abajo los principios, los ideales, los propósitos, el electorado, las plataformas. Todo eso en conjunto y aún más es pecata minuta. El objetivo es alcanzar al poder gubernamental porque “vivir fuera del presupuesto es un error”.
Lo sabe bien Anaya, quien tras un puntapié a su mentor, Gustavo. A. Madero, se enquistó en la presidencia del PAN, con tan buenos resultados que ahora puede pagar la vida de su familia en Estados Unidos, a donde suele visitarla cada fin de semana. Nada mal para un joven que dice está trabajando a favor de México. ¿Será?.
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