A los ciudadanos de esta sufrida, pero sobre todo sobreviviente ciudad de México,que mal gobierna el señor Miguel Angel Mancera, éste los desdeña, fiel a un estilo que más allá de cualquier ideología o afiliación política, revela los intolerables modos de muchos gobernantes que se sienten amos y señores de sus feudos y que miran a los ciudadanos como súbditos y en consecuencia sólo útiles para sufragar las cargas fiscales, que dicho sea de paso son cada vez crecientes.
El punto viene a propósito del cierre a la circulación vehicular que súbditos, ellos sí de Mancera, dispusieron en el Viaducto Miguel Alemán del desfogue que entronca con Periférico norte y que sigue al de Parque Lira. Sin aviso alguno e intempestivamente, el conductor vehicular habitual o fortuito en esa vía primaria, donde si está permitida una velocidad de 80 kilómetros por hora, de pronto topa con el hecho arbitrario y aún peligroso del cierre. Hace un par de noches, cerca de la medianoche, quien esto escribe junto con una decena al menos más de contrariados conductores, experimentamos la frustración, no tanto del cierre de un desfogue, que va, sino estoy seguro del pésimo gobierno de Mancera.
¿Por qué no avisar al ciudadano del cierre de un punto de salida en una vía rápida, uno o dos kilómetros antes de que súbitamente tope con una camioneta y dos o tres individuos atravesados y empeñados en bloquear el tránsito? ¿A quién se le ocurre semejante desplante en contra del ciudadano? A Mancera, claro. La imprevisión no sólo trasunta irrespeto al ciudadano, sino un desdén profundo, y más aún, el riesgo de un percance vehicular y aún de un conflicto mayor entre el ciudadano mayor y el súbdito de Mancera que recibió la orden de impedir el tránsito vehicular. ¿O no?
A esto, ya de suyo inconveniente, se suma el peligro para el desprevenido conductor, al que se le obliga además a buscar una vía de salida por zonas de suyo peligrosas, peor aún, hacia la media noche. Pero esto no importa a Mancera, quien en su cándida calidad de gobernante no tiene y mucho menos conoce y practica el respeto por el ciudadano.
Añada usted el hecho de que el conductor, impedido de recorrer una ruta habitual como en el caso de quien esto escribe, se ve obligado a buscar una vía de desfogue alterna en una zona sobradamente peligrosa por la presencia de grupos vandálicos y aún criminales que se conoce pululan en esa zona urbana, tampoco resguardada por los genízaros de Mancera.
Imagine usted afable lector (a) que la búsqueda de una vía alterna lo coloca hacia la medianoche en una zona urbana desconocida y peligrosa. Tanto que en la estación de servicio ubicada en Periférico y la Calle Diez, uno se topa con hombres armados en trajes policiales. Sin exageración. Como Mancera se ha demostrado incapaz de contener el delito y el crimen en amplias zonas de la ciudad, la gerencia de esa estación de combustible determinó la contratación de agentes policiales privados para que provistos de armas asuman la custodia del expendio de gasolinas durante la noche. ¿Por qué? Pues porque Mancera, insisto, es incapaz de cumplir el primer deber de un gobernante: preservar la seguridad de sus gobernados y junto con ellos, la de los bienes de éstos.
Los agentes armados en esa estación fueron contratados para impedir los asaltos que “tiro por viaje” asolaban el lugar y sus clientes, según nos contaron. La zona es un blanco frecuente de delincuentes que provienen de áreas como la Araña y las Golondrinas. ¿Y Mancera? Cabalga para ser presidente dice él.
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