Al igual que cualquier otro bien, la o las drogas –un bien en sentido genérico- tienen que ver indefectiblemente con un asunto de mercado y éste como consecuencia se dirime entre la oferta y demanda. Así es, así ha sido y será mientras haya cualquier bien que aporte valor para las partes. Por tanto, nadie en su sano o desinteresado juicio puede negar lo que hasta hace unos días el jefe del gobierno de la ciudad de México, Miguel Angel Mancera, ha pretendido rechazar, sin pruebas claras por supuesto, de manera tozuda.
Claro que hace mucho tiempo hay un mercado de drogas en la capital del país. Sólo Mancera se atreve a negarlo. Cualquiera puede imaginar, para ahorrarse las cuentas, que un mercado del potencial de la capital mexicana, resulta más que apetitoso para el negocio del tipo que se quiera.
Imagine por un momento el tamaño del mercado capitalino para las drogas. Es inmenso por supuesto. Imagine igualmente si un mercado del tamaño de la ciudad de México es desdeñable para cualquier empresario, negociante o mercachifle. Después de todo, ningún “negociante” o empresario de la droga podría darle la espalda a un potencial mercado capitalino, menos aún cuando sabemos cómo se disputan los mercados estatales, con mucho infinitamente menores.
Así que el hecho de que Mancera por ejemplo niegue lo evidente, poco o nada cambia la existencia y operación de un mercado de las drogas en la capital del país. Y esto lo sabe el propio jefe del gobierno de la ciudad, que durante varios años se afanó, con éxito hay que admitir, en negar este tipo de mercado, salpicado siempre de sangre, injusticia e impunidad.
Tras el abatimiento de Felipe de Jesús Pérez Luna, "El Ojos", y los narcobloqueos en Tláhuac, mil policías permanecerán vigilando la demarcación, y junto con el vicealmirante de Marina, Benjamín Mar Berman, Mancera insistió en que la seguridad de la Ciudad está garantizada.
Ratificó de igual forma que los delincuentes que organizaron bloqueos no son parte de un cártel sino de un grupo de narcomenudistas y echó el anzuelo al gobierno federal para que determine la existencia o no de un cartel de las drogas en Tláhuac .
Esto porque según el gobernante capitalino, la facultad para determinar si se trata de un cártel o no es de las autoridades federales, quienes a partir de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada tienen la competencia de combatir estas organizaciones.
"Era una organización delictiva amplia, violenta, de cobertura que había rebasado la Delegación Tláhuac, desde mi punto de vista no con las estructuras y el tamaño que tienen los que se denominan cárteles, pero esa es una clasificación que sólo corresponde al Gobierno federal, se escurrió el jefe del gobierno de la ciudad.
Los episodios sobre este comercio criminal son prolijos y toda la población los conoce cuando no los ha sufrido en directo. Así que por favor, señor Mancera, a otro perro con ese hueso. Los capitalinos no comemos cuentos. ¿Si lo sabe, verdad?
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