Cinismo

singladura

¿Cómo creer a Alejandra Barrales? Es cierto que a la fecha es senadora de la República, presidenta del PRD o lo que queda de este partido que alguna fue una promesa política para el país, pero que después marcó una gran decepción nacional, como buena parte del estamento político mexicano.

Barrales también se ha desempeñado u ocupado otros cargos, que le han rendido jugosos frutos. A ella sí, eso está claro. Eso es cierto.

Sus lujosas propiedades dentro y fuera de México hablan por ella. Refieren esos bienes inmuebles una enorme ambición material. Y que bien. No creo que la pobreza sea una virtud y tampoco que ésta –la pobreza- deba ser el destino de las personas. Tampoco creo que pobreza sea sinónimo de honradez. No necesariamente, al menos.

Discrepo de la idea de que todos los ricos son necesariamente corruptos, o que deba repudiarse la riqueza material por norma y principio. De todo hay en la viña del señor. Lo sabemos.

Pero que la señora Barrales argumente públicamente que su riqueza material es una consecuencia de su trabajo y su disciplina, pues francamente resulta un insulto al sentido común, el menos común de los sentidos.

En cosa de cinco años, los últimos o los más recientes, como quiera verlo, la señora Barrales ha sumado a su lista de propiedades millonarias, un departamento en Acapulco, una casa en las Lomas de Chapultepec, un apartamento en Miami. Tiene además las escrituras a su nombre de un departamento en la delegación Benito Juárez, y una casa en Cuernavaca. Añade un terreno heredado en Jilotepec, lo que significa en este último caso que suerte y cariño tampoco le faltan.

Claro, el apartamento en la Juárez y la casa de Cuernavaca, constituyen propiedades menos fastuosas que las que adquirió en los últimos cinco años, dice ella que como consecuencia de su puritito trabajo, esfuerzo, disciplina y orden. Caray. Cosa de aprender de la señora Barrales. Ella si trabaja en serio, se esfuerza hasta el cansancio y aún más allá de él, ejerce una disciplina que cualquier jefe militar envidiaría y es ordenada en extremo, supongo que debería ya asumir la cartera de Hacienda para que enseñe al país cómo el orden genera progreso y el ahorro hasta del último centavo llevan a la abundancia, la prosperidad y, lo mejor, a la compra de bienes millonarios.

Los desarrapados de este país, que suman más de la mitad de los 120 millones de mexicanos, debieran aprender de la historia de éxito que nos comparte la señora Barrales. Ella si sabe cómo ganar dinero, cómo ahorrarlo y sobre todo cómo invertirlo. No despilfarra ni ha dilapidado sus quincenas. Por el contrario, ha sabido invertirlas y multiplicarlas con creces.

Que ella hable en nombre de los más pobres de este país y que enarbole por todo lo alto las banderas de la izquierda política, eso sí no tiene precio. ¿O sí señora Barrales? ¿Cuánto vale eso? ¿Sus propiedades, acaso? Sólo son las preguntas de un ingenuo.

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