Agandalle

Singladura

El “agandalle” que de manera creciente están perpetrando numerosas empresas de bienes y servicios en México contra sus clientes, vandalizados las más de las veces, debiera encender las luces rojas del gobierno entrante que en pocos días

más asumirá formalmente sus tareas, en medio de una enorme expectativa nacional pero también de una gran incógnita sobre lo que viene.

Los 30 millones de votos constituyen sin duda alguna la mejor garantía de solvencia para la administración de Andrés Manuel López Obrador, quien asumirá el mando del Ejecutivo prácticamente galvanizado o, si se prefiere, blindado. De allí que sus detractores, que no son pocos, permanezcan por la fuerza del voto prácticamente arrinconados, agazapados sea dicho con otro concepto en espera de que el nuevo mandatario sufra o registre las primeras mermas políticas. Sólo entonces y nunca antes, quienes adversan a López Obrador entrarán en escena para magnificar la menor pifia.

Es cierto, ya están en curso campañas de desprestigio o crítica contra decisiones del próximo jefe del Ejecutivo, entre ellas las asociadas esencialmente al llevado y traído NAIM y más recientemente a una reforma para abatir o incluso desaparecer el elevado cobro de comisiones bancarias que hace años se instrumenta en perjuicio siempre y por supuesto de la clientela bancarizada del país.

Pero estas campañas en contra de las decisiones de López Obrador, tomadas en vísperas de su asunción formal, constituyen apenas un esbozo de lo que viene una vez que se concrete el relevo presidencial. No se la van a acabar, parecen prometer esas fuerzas hasta ahora sólo contenidas por el muro de los 30 millones de votos que se erigió en torno a AMLO en julio pasado.

Así que seguirán a los que me parece son sólo “rounds de sombra”, ataques casi concertados de diferentes frentes, para mellar la enjundia y sobre todo disminuir los 30 millones de votos a favor de AMLO, apenas éste se instale en el Palacio Nacional. Lo veremos, estoy convencido.

En consecuencia, AMLO tendrá poco, muy poco tiempo para impedir la merma electoral, seguida del desprestigio personal y político. Hay demasiados poderes institucionales y aún fácticos que estarán felices del descalabro de AMLO. No sólo eso. Están ya dispuestos a probar la veracidad de sus advertencias en contra del hoy todavía presidente electo.

Si esto llegara a pasar, México estará en graves problemas. No es difícil predecir lo que podría pasar en caso de que aterrice el indeseable fracaso de AMLO, anunciado y esperado por muchos. ¿Qué quedaría después? Muy poco, si acaso. Claro que en un escenario así, estaría prácticamente servida la mesa para que los partidos y fuerzas desplazadas en julio volvieran a las cabeceras de las decisiones.

De este escenario es que surge la “incógnita” planteada arriba. ¿Qué va a pasar a partir del uno de diciembre próximo? Esa parece la pregunta clave en estos días. Algo debería empezar a hacer el gobierno entrante y en serio. Hay empresas que en estos momentos están agandallando a sus clientelas, conformadas por supuesto de amplios segmentos ciudadanos, gracias según me parece a la anuencia, omisión y aún complicidad de los últimos años. Pero de esto hablaremos en una próxima entrega.

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