De nueva cuenta, México, esta vez y por vez primera en la historia a través de
la meritita indígena oaxaqueña Yalitza Aparicio, la novel pero definitiva protagonista de la cinta de Alfonso Cuarón –¿habría que detallar más?- dio un sonoro sopapo absolutamente diplomático nada menos que al presidente Donald Trump, de Estados Unidos, ese bisonte que hace dos años se desplaza sin ton ni son en la Casa Blanca y reverbera con más pena que gloria en la escena internacional a través de sus trinos, berrinches y sandeces sin fin.
Si, es que aún sin conquistar el Óscar como mejor actriz en la cinta mexicana “Roma”, Aparicio se la apareció con toda su contundencia al señor Trump, hasta hacerlo estremecer seguramente de cólera, ira y todo tipo de emociones insanas, egoístas y petulantes, propias del magnate del tabique, que recibió merecidamente un bofetón en su propia casa con el reconocimiento mundial que ya logró la “pinche india” mexicana como la llamó la estulticia de Sergio Goyri, quien todavía supura a estas horas por la herida.
Con o sin el Oscar en la bolsa, Aparicio también le puso en claro a Trump, de manera contundente y seguramente sin proponérselo, la perversidad de sus apreciaciones sobre México.
Como sabemos, en junio de 2016 cuando Trump anunció su decisión de competir por la presidencia de Estados Unidos bajo la tolda republicana, dijo que "cuando México envía su gente, no envían a los mejores. Envían gente que tienen muchos problemas", dijo. Los inmigrantes mexicanos "traen drogas, crimen, son violadores”, apuntó el entonces aspirante a la presidencia estadunidense.
Pero cómo le habrá quedado de nueva cuenta el ojo a Trump, quien ya en la entrega de los Oscar en 2018, se llevó el chasco de su vida cuando hasta Hollywood, la llamada meca del cine mundial, reconoció entonces “La forma del agua" con cuatro Oscar, incluyendo dos al cineasta mexicano Guillermo del Toro por mejor película y mejor director.
De igual forma "Coco", una animación con tema mexicano, conquistó entonces dos Oscar. Así que si no es la primera vez que lo mexicano le propina un rotundo revés a Trump, si es la primera en que una indígena, una mujer y una mexicana, el triple perfil único de Aparicio, le pone el ojo moro. Y qué bueno. La indígena mexicana, la paisana de don Benito Juárez, ha hecho el mejor papel hasta ahora de su vida dentro y fuera del celuloide al callar bocas de no pocos ignorantes, entre ellos la venezolana Conchita Alonso. Por favor, qué papel tan lamentable y vergonzoso han desempeñado este tipo de seres al descalificar tan inútil como mezquinamente el talento y valor étnico singular de Aparicio, quien me ha hecho recordar aquella cinta protagonizada por Barbra Streisand: “Nace una estrella”.
Espero ahora que con tan merecido reconocimiento, que a los únicos que no regocija es a los mezquinos, racistas y antimexicanos, Aparicio inicie una carrera cinematográfica capaz de proyectar lo mejor de nuestro México al mundo entero. ¡Albricias! Y enhorabuena a la Aparicio! Que su trabajo le costó llegar al sitio de honor donde hoy está, con o sin Óscar.
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