En tiempos de austeridad

Dos fenómenos fácticos están marcando la agenda del país y el gobierno de la 4T: una economía estancada y la escalada

 criminal, incontenible sí, pero no de índole terrorista, hay que decirlo, en tiempos, curiosa y paradójicamente, de austeridad republicana.
Se añaden a estos dos hechos, graves en sí mismos, otros que generan una preocupación, si no extendida, si cada vez mayor entre segmentos poblacionales de las denominadas clases medias del país y que tienen que ver con la precariedad y aún fragilidad del empleo, los servicios públicos cada vez más deficientes y un panorama económico en general de incertidumbre sobre lo que viene más delante, con repercusiones directas en los ámbitos empresarial, del emprendedurismo y las inversiones.
Parte de esta última preocupación incluye ciertos grados de angustia o temor social entre los sectores clasemedieros sobre el futuro de una amplia franja de jóvenes. No aludo claro a los muchachos que califican para incorporarse al programa Sembrando el Futuro, unos 900 mil a la fecha. Me refiero a los jóvenes con estudios y aún grados universitarios, que con apoyo y mucho esfuerzo de sus familias han logrado o están por lograr un título universitario.
A éstos jóvenes, muchachos entre los 22 y 29 años, les costó un esfuerzo personal y familiar el alcanzar una meta, pero se enfrentan a un mercado laboral precario y castigado salarialmente en general ante una economía estancada. Lo peor es que ese mercado laboral es poco o nada estimulante para muchos egresados universitarios. Preocupa incluso que para estos jóvenes, el futuro esté fuera del país. Poca acción gubernamental se observa a favor del desarrollo de este segmento poblacional, cuyo aporte es clave para el desarrollo del país. Olvidarlos o desdeñarlos porque podría considerárseles “privilegiados”, o “fifís”, constituiría un enorme despilfarro nacional, curiosa y paradójicamente, en tiempos de austeridad.
También preocupa que aún desde el poder ejecutivo federal se envié el mensaje de que es más importante la honestidad que la preparación académica, y se pongan como ejemplos (malos, claro) los casos de egresados de las universidades más prestigiosas del mundo que ejercieron posiciones de poder en México con pésimos resultados para el país y su gobernanza. Me parece que no debiera descalificarse la preparación académica de nadie o considerar que ésta carece de valor o mérito. Es un mensaje equivocado y sobre todo, desalentador para quienes hacen esfuerzos por dotarse de conocimientos técnicos, científicos o humanistas.
Es cierto, el país demanda para su desarrollo de hombres y mujeres probos, pero no únicamente. La ausencia de conocimiento en cualquiera de sus infinitas áreas impide, frena y aún cancela la posibilidad de desarrollo de un país y resulta tan perniciosa como el cáncer de la corrupción, que por supuesto nos urge contrarrestar y aún erradicar mediante la construcción de una sólido andamiaje institucional, que incorpore a personal probo y experimentado. Un sistema funcional, eficaz e instituido que vaya mucho más allá de la buena voluntad y del compromiso personal. Recuérdese después de todo que en arca abierta hasta el más justo peca y que es harto difícil muchas veces sustraerse a las tentaciones de los cañonazos pecuniarios.
Pero en cualquier caso se aproxima el fin de año con su cauda de balance y reflexión. Ojalá ocurran al menos dos cosas y tan pronto como el 2020: el rompimiento del estancamiento económico y la contención o reducción del crimen que nos está imponiendo costos demasiados altos en tiempos, otra vez curiosa y paradójicamente, de austeridad republicana.
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@RobertoCienfue1