¿Gobierno nacional?

El “informe”, del presidente López Obrador “al pueblo de México” que se esperaba habría de incluir medidas

 económico-sanitarias urgentes, puntuales y sobre todo eficaces para contrarrestar la pandemia del Covid-19 en territorio nacional, resultó anticlimático.
Para el presidente, un político tozudo hasta la terquedad, no existe en México un antes ni un después del Covid-19. Por el contrario, la crisis sanitaria y económica que llegó con el temible virus, cayó casi del cielo, “como anillo al dedo” según sus palabras para impulsar el propósito transformador de la 4T. ¡Albricias! Los astros se alinean.
El de la víspera se trató de un mensaje esencialmente político destinado a sus bases electorales, a los más pobres, los vulnerables, y otros no tan pobres pero que ingenua e incluso esperanzadoramente se identifican con un jefe del Ejecutivo cuya narrativa y simbología clave de gobierno consiste en comer en fondas, viajar en vuelos comerciales, dar las mañaneras, rechazar la parafernalia del poder y encabezar un gobierno austero –así resulte más caro en los hechos- y dispuesto a ceñirse el cinturón bajo la hipótesis de que no puede haber un gobierno rico con un pueblo pobre y además saqueado, no de siempre claro, sino estricta e irresponsable y criminalmente por los gobiernos neoliberales.
La nueva reducción de salarios –de subdirector hasta el presidente- y la supresión de aguinaldos es de nueva cuenta un mensaje más simbólico que eficaz para procurar ahorros al erario nacional, pero muy efectivo para alimentar la idea entre los pobres y los esperanzados de este país de que los empleados del gobierno ganan muchísimo, y además, roban porque así lo hicieron funcionarios de alto nivel –un puñado pues- en el pasado, hoy prófugos o exonerados.
Coincido con el Jefe hoy del Estado mexicano: no ha engañado a nadie. Quienes esperaban –esperábamos- un giro presidencial en México para enfrentar la pandemia mundial, se quedaron –nos quedamos, otra vez- con las ganas, o con los crespos hechos dicho coloquialmente.
El presidente seguirá sus planes y sobre todo cumplirá su promesa de atender a sus bases: los más pobres y vulnerables de México, los mismos a los que ha prometido no traicionar jamás y sin los cuales –así está consignado en sus mensajes- él no sería nada. Los otros, es decir, los conservadores, los fifís y neoliberales, pues que se rasquen con sus uñas. Son una rémora para el país, al que han sólo saqueado y además, incurren en el pecado de adversar y querer tumbar a la 4T. A todo eso se atreven aun y cuando estén derrotados moralmente.
Que quede claro: el Covid-19 nos hará lo que el viento a Juárez, el país superará por la fuerza de su cultura esta crisis “transitoria” y pronto saldremos a las plazas para retomar la sana costumbre de prodigarnos abrazos y besos. Me alegra desde ahora. Ojalá.
Remachó su mensaje cansino: “Ahora primero es el bienestar del pueblo y después lo mismo, el bienestar del pueblo”. ¿Cómo? Pues con dádivas para que a cambio florezcan la pobreza y sobre todo el agradecimiento, la servidumbre.
Pero y “con absoluto apego a la verdad” –como dijo- el mensaje se quedó corto al desoír o ignorar todo tipo de advertencias y hechos relacionados con la crisis sanitaria y económica que atenaza a México, situado ante un peligro real de que sus problemas se desborden en ámbitos tan sensibles como el económico, financiero, sanitario, laboral, de seguridad, social y aún de gobernabilidad, por citar sólo algunos.
Cifras reveladas por el presidente para atender a los mexicanos que pudieran enfermar por el virus, dan más miedo. Sumadas arrojan ocho mil camas en números redondos. Si, ocho mil. Tampoco eso preocupa. Su correligionario y aliado político Miguel Barbosa cree que los pobres están inmunes. En todo caso, si enferman los conservadores, fifís o adversarios de la 4T, pues que vayan a las clínicas privadas porque el gobierno estará volcado en atender a los pobres y vulnerables. Es el cambio verdadero.
Después de escuchar el mensaje o informe presidencial, anticlimático insisto, me pregunto si bastará y sobrará la atención del gobierno de la 4T a los mexicanos pobres y vulnerables para que el país vuelva a “la normalidad” en un plazo relativamente breve.
“Subrayo que se apoya a los más necesitados, a los pobres y a la población más vulnerable ante la epidemia del coronavirus”, selló el mandatario. ¿Bastará, nos alcanzará esta política a los 130 millones de mexicanos que esperamos, requerimos y demandamos un gobierno capaz, eficaz y sobre todo incluyente?
¿O tiene la coartada perfecta para más tarde culpar del fracaso que se fragua a los conservadores, fifís y neoliberales del país? Qué peligro tan grande enfrenta el país entero, que no es ni debería ser segmentado por ningún gobierno y menos por uno que se dice nacional.

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@RobertoCienfue1