Conforme lo previsto y confirmado por la 4T, México estrenará hoy de manera formal la “nueva normalidad” con la paulatina reactivación de
actividades económicas, sociales y culturales en aquellas zonas donde esto pueda ser posible y los municipios rebautizados de manera genérica de “la esperanza” por esa manía que siempre tiene el poder de tratar de imprimir un sello propio y singular de su marca a cargo esta vez del patrón de Palacio.
El país ingresará este lunes en esa “nueva normalidad”, así llamada seguramente porque aún nos encontramos en medio de la voraz pandemia y con un número de muertes que rebasa los cinco mil, por encima de las 4.633 defunciones que el virus causó en China, el origen de la enfermedad a finales del 2019.
Es de notar que el número de víctimas fatales en México por el Covid-19, ligeramente mayor que el registro chino, contrasta agudamente si se comparan los universos poblacionales o demográficos de uno y otro país. La población de México resulta al menos 10 veces menor respecto del gigante asiático. Así que el solo referente numérico podría barruntar indicadores poco o nada halagüeños, más aún si se considera que el país asiático está señalado como el origen del peligroso virus y es hoy una verdadera potencia mundial.
Pero aun así y con la comedida advertencia presidencial en México de que nadie será forzado a adoptar la “nueva normalidad” porque afortunadamente el país es uno de libertades, estado de derecho pleno y respeto absolutos, miles y aún millones de mexicanos empezarán a tantear hoy, insisto que de manera formal, al Covid-19. En caso de que las cosas marchen peor –según el primer mandante nacional- pues habrá que recular o echar patrás, en algo así como pues el presidente dijo que siempre no, que patrás.
Y quien diga que es un riesgo enorme proceder de esta forma, habrá que recordarle que se hará con base en la aplicación del método científico y la voz autorizada del primer epidemiólogo nacional en estos tiempos de pandemia: el doctor Hugo López-Gatell. Recuérdese al respecto que el método científico establece la sana práctica del procedimiento de prueba-error para determinar la validez de los ensayos de laboratorio en el que será convertido esta vez el país, con la esperanza –un concepto hoy bastante por encima de las virtudes teologales- de que en una de esas, México pueda incluso exportar su modelo ejemplar contra el magno y maligno virus.
Entraremos así este lunes en el túnel de la esperanza, donde para algunos –unos pocos y sólo aquellos iluminados mucho más que otros- se ve la luz más anhelada de estos tiempos. Confiemos en que sobrevenga la inmunidad de rebaño y que ésta alcance incluso a los adversarios, apóstatas de Palacio, porque después de todo no es lo suyo el odio y mucho menos la venganza.
Así que amanecerá y veremos. Ojalá la luz nos encandile entonces y la esperanza se transforme en un milagro por el que debamos ir hasta Palacio, luego de cruzar, de rodillas mínimo, la monumental Plaza de la Constitución, cuyo nombre –me permito humildemente sugerir- deberíamos cambiar por uno más digno y sobre todo más a tono con la nueva epopeya nacional, la de la nueva normalidad.
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@RobertoCienfue1