México pobre

Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentre en cosa de días cara a cara con su colega estadunidense, el magnate republicano Donald Trump, llevará la representación de un México herido, lastimado, vulnerable, violento y pobre, mucho más pobre del que conocieron y representaron sus antecesores.
Será un encuentro en alta desventaja para López Obrador, una desventaja mucho mayor que la sorteada por otros mandatarios mexicanos, en otros tiempos, Nada que ver con el México de hoy, tan venido a menos en su economía, su seguridad, su infraestructura médica y/o sanitaria y aún su Estado de Derecho. Y será mejor ya no hablar del proceso de “implosión” al que está sometido el Estado mexicano como consecuencia en buena parte de una austeridad dizque republicana, rebautizada incluso como “pobreza sanfranciscana”, que promete barrer si no la corrupción, sí buena parte del andamiaje institucional construido por años como si casi todo lo que hicieron los gobiernos anteriores y en especial “los neoliberales” fuera basura y podredumbre.
Aún el motivo esgrimido para justificar el viaje de López Obrador a Estados Unidos, el primero fuera del país desde que asumió la presidencia mexicana hace 18 meses, tiene raíces hincadas en un gobierno que hoy repudia y mucho el inquilino de Palacio Nacional. Es cierto, la 4T de López Obrador renegoció el nuevo Tratado comercial que vincula a México, Estados Unidos y Canadá, pero también es un hecho que las condiciones del nuevo T-MEC fueron las posibles, aunque no enteramente las deseables porque se partió de la premisa de que era mejor tenerlo a carecer de un esquema comercial de índole trilateral. Es paradójico sin embargo que la gestión que hoy pregona por todo lo alto un “cambio de régimen” y una revolución pacífica –ni tanto- haya dejado sobrevivir el ícono del neoliberalismo, una política que sólo concita en sus discursos el repudio y el encono de la 4T.
De cualquier forma, México pagó un costo alto para mantener vivo el acuerdo comercial de Norteamérica y fue preferible hacerlo, antes que perderlo. 
El hoy llamado T-Mec constituye una alianza comercial valuada a la fecha en 600 mil millones de dólares. Se trata, claro, de un monto formidable. Pero será aún más cuantiosa en los próximos cinco años cuando según diversos expertos, entre ellos el representante republicano en México, Larry Rubin, podría escalar hasta un trillón de dólares, una cifra estratosférica y casi inimaginable.
Podría decirse que el “cambio de régimen” prometido es si acaso selectivo, pragmático o incluso cosmético. Y qué bueno porque peor nos habría ido sin T-MEC en aras del cambio revolucionario y radical ofrecido para delirio de los nostálgicos del pasado, pero ajenos al futuro.
Pero como decía, López Obrador estará en la Casa Blanca en representación de un país mucho más pobre y con una economía que según diversas estimaciones y aún del Fondo Monetario Internacional (FMI) resentirá este año una caída del 10.5 por ciento del PIB. Es un pronóstico demasiado severo para ignorarlo, desdeñarlo o confrontarlo con otros datos.
Dudo mucho que en esas circunstancias generales, la visita presidencial mexicana a la Casa Blanca vaya a ser un lecho de rosas aun y cuando tenga lugar en el jardín de esas flores. Ni modo. Se trata del republicano Trump. ¿Y los demócratas de Joe Biden? 
 
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
 
@RobertoCienfue1