Confieso que cada vez comprendo menos a éste, mi país cada vez más delirante. Vea usted algunos motivos, causas o razones, estas últimas incomprensibles de manera creciente y aun remotamente alejadas de la realidad nacional, plagada de problemas esos sí urgentes que cobran vidas y/o socavan la sobrevivencia de millones de compatriotas ya sea por la galopante crisis de seguridad ciudadana o la precariedad económica, y los despropósitos políticos cuando se perfila una disputa electoral mayor que se peleará en 2021 a dentelladas.
Vayamos por partes en un intento de entender qué está pasando en México. Si nada cambió de última hora, el presidente dio anoche un grito sin gente ni invitados especiales, pero sí con un formidable despliegue de seguridad que hizo que los curas que atienden en la Catedral Metropolitana también pegaran un grito la víspera dizque porque fueron sorprendidos por militares sin previo aviso. El presidente negó en su tradicional mañanera que militares hayan ocupado o tomado la catedral.
López Obrador aprovechó su espacio cotidiano para refrendar su respeto por todas las religiones y negar que sea un mandatario autoritario. Dijo que la versión sobre la presunta toma castrense de la Catedral fue una mentira más, “un poco exagerada” y reivindicó que ese tipo de afirmaciones “si calientan”.
Bueno. También la víspera y en vista de que la famosísima rifa del avión sin avión no concitara el entusiasmo necesario del pueblo bueno y sabio para garantizar la venta del total de los seis millones de “cachitos”, conforme a los planes gubernamentales, pues se activó una operación veloz donde incluso entró al quite nada menos que el recién creado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) a fin de vaciar los anaqueles o kioskos con los boletos del sorteo magno, que según The Economist hizo que “un símbolo de los excesos del pasado se haya convertido en un símbolo de la ineptitud actual”. Pácatelas. A ver si The Economist no se hace acreedor al título de “pasquín inmundo”. En tanto, legisladores de la Patria se ufanaban en mostrar públicamente su compromiso sublime de agotar los “cachitos” más históricos que se hayan vendido en 250 años.
Luego y en coincidencia con la rifa del avión sin avión, del grito y aún desfile militar pandémico, nos fue anunciado el envío al Senado de la iniciativa presidencial para que se determine si hay o no juicio a los últimos cinco presidentes del país, sospechosos y aun prácticamente señalados como culpables de todo lo malo del país. Todo el Senado volcado a atender el caso, que según expertos jurídicos quedará en última instancia bajo la responsabilidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuyo presidente-magistrado, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ha desairado al presidente en dos de los últimos eventos importantes, entre ellos el segundo informe presidencial y luego en la conmemoración de la gesta heroica de los cadetes del Colegio Militar en 1847.
Tampoco los números cuadraron en cuanto a la consulta ciudadana para reclamar el juicio contra los malandrines ex presidentes del país, que según una amplia opinión nacional se levantaban cada día de sus sexenios pensando cómo joder al país para parafrasear en cierto grado al ex presidente Peña Nieto. Quedó el recurso presidencial. “Soy partidario de poner punto final pero el pueblo es el que manda”, justificó el presidente sobre la solicitud firmada y enviada por él al Senado, donde solícitos la recibieron el presidente de la Cámara Alta, Eduardo Ramírez Aguilar y el coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal. Ni más faltaba.
Añada a esto la disputa en Morena en la que participan casi un centenar de aspirantes, entre ellos un señor llamado Alejandro Rojas Díaz Durán que tuvo la preclarísima, trascendental y utilísima idea de proponer el cambio de nombre de Tabasco para honrar cuando sea necesario la memoria de nuestro presidente, un líder que según la alcaldesa Layda Sansores –casi casi otro portento histórico de la política nacional- sólo nace una vez cada siglo. Desconozco cuál es la métrica de semejante alumbramiento, pero imagino entonces que México no sumaría ni siquiera medio centenar de estos prohombres en toda su historia.
Esto es apenas un registro mínimo de los hechos y los días que nos ocupan a los mexicanos, más inmersos por nuestra historia que en crear futuro. Quizá resulte útil en algún sentido mirar atrás antes que hacerlo hacia adelante. Quizá la nostalgia sea un alivio en momentos en que el futuro nos atenaza y atemoriza como pocas veces en la historia del último siglo. Quizá terminemos por hacer un corte de caja y luego entonces, no sabemos cuándo, decidamos que es clave poner fin al rezago que crece en un buen número de tareas para construir un México mejor del que tenemos y heredamos, pero no modificamos. ¡Viva México en todo caso aunque muera cada día! ¡Delirante!
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@RobertoCienfue1