Bueno, a juzgar por el contenido del discurso político en la víspera del presidente Andrés Manuel López Obrador, México va requetebién y pese a la pandemia y los efectos de ésta en vidas, salud y economía, el país se dio el lujo de estrenar las bases de la Cuarta Transformación, que tiene el respaldo del 71 por ciento del pueblo mexicano y sólo enfrenta la oposición -que quede bien claro- de “minorías
conservadoras acostumbradas a medrar al amparo del poder económico o de poder político”. Así que cada quien haga sus apuestas y sobre todo sus lecturas.
“Lo más importante es que ya están sentadas las bases de la transformación”, destacó en la base medular de su discurso un López Obrador orgulloso -un timbre de orgullo, dijo- de que en sólo dos años de su presidencia “ya logramos ese objetivo , repito, sentar las bases para la transformación de México ”. La suerte está echada.
Subrayó como “un timbre de orgullo el que, a pesar de la crisis sanitaria y económica que provocó la pandemia y con todo el sufrimiento causado, no dejamos de trabajar para consumar la Cuarta Transformación de la vida pública de México”. Eso, insisto e insistió el presidente, es “lo más importante”. Lo demás es lo de menos.
Dicho de otra forma, a contrapelo de la calamidad nacional por la Covid-19, el colapso económico que ya venía, pero que empeoró con la pandemia, la pobreza en la que cayeron al menos 10 millones de mexicanos, los índices criminales que más, menos, permanecen elevados, México estrenó las bases de la 4T. Se trata del corazón de un mensaje político contundente.
Aclaró, si acaso con un sentido mínimo y casi imperceptible de la humildad política, que “no todo es perfecto, ni aspiramos al pensamiento único ni al consenso”. Pero y con base en sus datos, citó y retó al mismo tiempo, que “el 71 por ciento de los mexicanos” y remarcó: “71 por ciento de los ciudadanos mexicanos, desean que sigamos gobernando”. Así que háganle como quieran, sugirió esta vez sin tartamudeos ni pausas.Así se dejó ver seguro del control político que ejerce y que incluye más de 500 mañaneras “benditas”, su “escudo protector”, como él mismo las ha definido.
“Con eso tenemos”, se ufanó. Y remarcó: “Eso es lo fundamental, el apoyo de la mayoría del pueblo”. Con una sonrisa y ese mensaje hiriente, desafiante y absolutamente claro, selló su discurso por el segundo año de gobierno desde Palacio Nacional, el corazón político e histórico de México donde reside y reta a la oposición “a nuestro gobierno”, algo que consideró “ legítimo y normal en una auténtica democracia ”, se engalanó.
Lanzó otro dardo cargado de pólvora a sus opositores cuando dijo que impulsa una transformación profunda que se sustenta en “nuevas ideas liberales, que buscan acabar con privilegios de minorías conservadoras acostumbradas a medrar al amparo del poder económico o de poder político”.
Este es, este fue el núcleo del mensaje de López Obrador, dueño y señor hoy por hoy del poder político en México a sólo seis meses de las elecciones de medio término, consideradas la madre de las batallas por el poder y cuando se pondrán en juego más de 21 mil cargos de elección popular. López Obrador está engallado, ni duda cabe. ¿Se dará cuenta de esto la oposición? ¿Podrá, sabrá cómo contrarrestarlo? ¿O seguirá sólo en su pobre papel de caja de resonancia lópezobradorista? El próximo seis de junio se conocerá de qué cuero salen más correas. La batalla tiene miga y promete.
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@ RobertoCienfue1