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En medio de la severa pandemia por el coronavirus, cuyas consecuencias ya constituyen un asunto nacional catastrófico, la ciudad de México incluida, vuelve el tema del cubrebocas como 1a medida de mitigación, prevención, protección o de alivio si se prefiere.
Dice la doctora - que no médica - Claudia Sheinbaum, quien gobierna la capital del país, que no habrá multas para quienes desdeñen ese adminiculo protector de uso personal. Mucho menos su gobierno impondría medidas aún más drásticas como un toque de queda o algo que se le parezca.
 
Argumenta la Doctora Sheinbaum que Ciudad de México es una Urbe educadora, de plenitud de derechos y solidaria.
La reacción de la jefa de Gobierno siguió a una propuesta en el congreso capitalino del diputado local Christian Von Roehrich, quien sugirió sanciones económicas para los ciudadanos que desdeñen el barbijo o cubrebocas.
La doctora Sheinbaum descartó la idea o propuesta del panista y de pasadita les disparó un dardo cargado de crítica al señalar a los panistas de autoritarios. Siempre lo han sido, añadió la gobernante en tiempos prelectorales.
 
Hacia mediados del año pasado y con cifras menos graves y sin dramáticas de enfermos y muertos por covid, la señora Sheinbaum consideró "fundamental"  el cubrebocas. De hecho dijo que debería utilizarse hasta en tanto el país y la ciudad por supuesto no tuvieran al alcance las vacunas contra el virus. En julio pasado ratifico que el cubreboca sería de uso permanente en la capital hasta la llegada de vacunas. Insistió entonces en que el uso de esa prenda sería voluntaria y rechazó que pudiera imponerse la medida por la vía de la fuerza o de manera coercitiva.
 
Sheinbaum reivindica un gobierno liberal y ajeno a cualquier imposición sobre los ciudadanos que gobierna. Con ese argumento ha rehusado incluso el uso de la Facultad que la ley, no el capricho ni el despotismo, sino la ley - hago notar - le confiere como gobernante cada vez que ha habido desmanes y daños en la Ciudad de México. Ha renunciado en los hechos al uso de la ley por el prurito de que pudieran considerarla una gobernante autoritaria y, peor aún, represiva. Coincide y practica el principio presidencial de que "no somos iguales" respecto a los gobiernos previos en la Ciudad al que encabezó en 1997 por el PRD, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas bajo la égida de la izquierda política.
 
El punto es que en una megaurbe como la que Sheinbaum gobierna se hace necesario gobernar con firmeza, antes que con autoritarismo y también con el uso de la ley en la mano.
 
Imagínese por ejemplo cuántas personas pudieran haberse evitado el trance de enfermar por Covid-19 y cuántas más pudieron haber salvado la vida, si, la vida, si cuando inició la pandemia y sobrevino en febrero de 2020 la primera muerte, nuestras autoridades, la Doctora Sheinbaum incluida como jefa del gobierno capitalino, hubieran, el lastimoso e inasible hubieran, ordenado el uso obligatorio del cubrebocas y aun de las mascarillas de acrílico. Que habría pasado si por ejemplo se hubiera ordenado, si, ordenado, la producción de millones de cubrebocas y caretas para los millones de mexicanos que somos. Es probable que muchos mexicanos aún estuvieran vivos y otros tantos, libres de las secuelas del Covid-19.
 
En lugar de un programa inmediato de producción y distribución gratuita de cubrebocas y mascarillas, se optó por dejar en libertad a los ciudadanos de morir e infectar pero con plenos derechos, solidarios y educadores.
"Nosotros confiamos en la ciudadanía, confiamos en la gente", dijo Sheinbaum.
 
Apenas la víspera y tras sufrir el Covid-19 en carne propia, el presidente Andrés Manuel López Obrador, también reacio al cubrebocas, fue visto en Palacio con el adminiculo. Atrás quedó la leyenda de que el solo es una fuerza moral y no una de contagio.
 
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@RoCienfuegos1