A propósito del papel creciente de los militares del país en cuanta actividad se les ordene desde Palacio Nacional, hay que decir que llama a la preocupación que se asuma como un hecho
incuestionable la absoluta honorabilidad e incorruptibilidad de quienes integran las fuerzas armadas nacionales. No es así. Aún en el seno de nuestras fuerzas armadas nacionales se cuecen habas.
El hecho de que permanezcan en buena parte alejadas del ojo y/o escrutinio ciudadano las hace incluso más vulnerables a fenómenos y prácticas que muy desafortunadamente y por décadas ocurren y han ocurrido en la así llamada vida civil.
Ahora, que los militares tienen un papel estelar en la actividad gubernamental, las cosas podrían empeorar junto con las tentaciones del poder y del dinero al que están accediendo como nunca antes.
Lo mismo participan en la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, que en el Tren Maya, o la administración de puertos y aduanas del país, la construcción de sucursales bancarias, la persecución y disuasión de migrantes, entre otras tareas adicionales.
Un ejemplo y recuerdo al mismo tiempo. En su carta de renuncia en julio de 2020, el hasta entonces titular de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriu, cuya solvencia profesional deja en claro su trayectoria, lamentó profundamente su fracaso al no poder transmitir al jefe del Ejecutivo Federal su convicción y sobre todo preocupación "sobre la grave trascendencia" de ceder el mando de puertos y aduanas a la Secretaría de Marina en materia de seguridad, contratos, recursos y personal. Dijo entonces Jiménez Espriu que esa decisión presidencial tendrá una "grave trascendencia" para el presente y el futuro de México, tanto en lo económico como en lo político". No abundó al respecto, pero tampoco habría sido útil para hacer cambiar la opinión presidencial. Es proverbial que el presidente no escucha y tampoco atiende evidencias, lo cual es de suyo grave.
"El motivo, que le he expresado personalmente, es mi diferendo por su decisión de política pública, de trasladar al ámbito militar de la Secretaría de Marina, las funciones eminentemente civiles de los Puertos, de la Marina Mercante y de la formación de marinos mercantes, que ha estado a cargo de la SCT desde 1970″, apuntó Jiménez Espriu al presidente al momento de dejar su cargo en el tren ejecutivo del gobierno de la 4T.
Hace unos días, un fenómeno ligado a la violencia que registra el país, volvió a poner en claro el peligro que entraña el papel de militares en áreas de seguridad, así resulte a través de la Guardia Nacional, un híbrido de ex agentes federales y militares, bajo mando militar, que aún no arroja los resultados apetecidos y mucho menos necesarios en el país.
Recién hace unos días, 30 elementos de la Marina Armada de México detenidos el 9 de abril pasado fueron vinculados a proceso y se les dictó la prisión preventiva justificada por el delito de desaparición forzada de personas.
Se trata de hechos extremadamente graves para la vida institucional del país, con repercusiones sociales y políticas delicadas porque supondría la claudicación por incapacidad y aún complicidad de los mandos gubernamentales civiles, según podría desprenderse de la alerta emitida en su momento por el mismo Jiménez Espriu.
Dicen quienes saben que guerra avisada no mata soldado, y Charles Maurice de Talleyrand, canciller de Napoleón, puso en claro que con las bayonetas se puede hacer cualquier cosa menos sentarse sobre ellas. Al tiempo.
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@RoCienfuegos1