¿Remesas, desafortunado?

Los mexicanos residentes en Estados Unidos, indocumentados o no, se perfilan este año como la principal fuente de divisas para México. Estimaciones hechas por el gobierno del

presidente Andrés Manuel López Obrador indican que es altamente probable que las remesas enviadas para el fin de este 2021, asciendan a 50 mil millones de dólares, una cifra sin duda colosal para cualquier país y más aún para México, enfrentado hace meses a una aguda inflación, que encuentra eco en las quejas cada vez más frecuentes entre sectores de la clase media, esa que el presidente critica por aspiracionista y carente de valores morales. Todo porque en las elecciones del seis de junio pasado, esa misma clase media, que en 2018 se volcó esperanzada en López Obrador, quien prometió un cambio de régimen que instauró el PRI y más tarde prolongo el PAN, con los resultados conocidos, votó decepcionada en buena parte hace un semestre.

Pero la inflación, con razón calificada en el periodo neoliberal del país como el impuesto de los pobres, ya rebasó hace rato y con creces los indicadores y/o metas del Banco de México. De hecho, ese impuesto que siempre es peor para los pobres, duplicó los marcadores establecidos por el ente emisor.

El presidente ha admitido que le preocupa la inflación, lo cual es al menos un avance respecto de sus sempiternos “otros datos” que defiende sin dar cuartel una y otra vez. López Obrador ha dicho en los últimos meses y ratificó ayer jueves en su conferencia matutina en Palacio Nacional que la inflación le preocupa, pero matizó el tema al señalar que abriga una expectativa de que el fenómeno resulte temporal o pasajero porque está convencido de que en economía vamos mejor que bien.

Lo cierto es que no hay que ser un sabihondo, ni mucho menos un egresado de Harvard, para darse cuenta y constatar en forma cotidiana y cada vez que se hacen compras, aún de básicos, que la inflación está calando en el ánimo de amplios sectores de la población, pero especialmente en las faltriqueras de millones de familias del país, aún las pertenecientes a ese sector llamado clasemediero, sin hablar ya de los segmentos poblacionales más vulnerables al costo de alimentos para no hablar ya de los servicios, que también han registrado alzas de precios. Así que ojalá y el presidente tenga razón y la inflación sólo sea un asunto temporal porque, en caso contrario, hará mella seguramente en el proyecto denominado CuatroT.
Retomemos sin embargo el tema de las remesas. Es cierto, han registrado en los últimos meses y aún dos años pasados, un repunte significativo, tanto como para calificarlo de “histórico”. Este beneficio para unas 10 millones de familias, nada tiene que ver con la gestión gubernamental. Antes por el contrario, los mayores envíos de dólares podrían estar más relacionados precisamente con los índices inflacionarios que está padeciendo México. Es estrictamente lógico suponer que si el dinero que reciben millones de mexicanos se achica primero por su recepción en pesos que se obtienen al tipo de cambio del día, los beneficiarios seguramente requieren más para satisfacer sus necesidades esenciales, que mes con mes -por efecto inflacionario- incrementan su costo. Así ocurre en el mercado nacional, donde las amas de casa y padres de familia, tienen que elevar su gasto o reducir su consumo. No hay opción distinta.

De otra parte, nadie puede atribuirse mérito alguno en recibir dinero foráneo y mucho menos el gobierno. El mérito corresponde en todo caso a los mexicanos que se fajan en el vecino país del norte para enviar más recursos a sus familiares de este lado de la frontera.

Los montos “históricos” en remesas también podrían tener otra explicación. Es probable que haya más mexicanos que se han sumado al éxodo rumbo a Estados Unidos. Eso explicaría el mayor volumen de remesas.

Antes que vanagloriarse por ese auge de remesas, el gobierno debería preocuparse por generar en su propio terreno condiciones para impedir la emigración, conforme ha propuesto la 4T dentro y fuera de México. Enfrentamos los efectos económicos de la pandemia del coronavirus, que costó millones de empleos y hundió en la pobreza a otros millones de mexicanos. Antes que alentar inversiones, el gobierno las espanta. Sobran los casos y ejemplos.

Así que en materia de remesas, no se vale adjudicarse como propios, los méritos de otros.

Un apunte final: resulta contrastante en alto grado que el presidente haya dicho ayer jueves que México recibirá este año unos 50 mil millones de dólares en remesas, y al mismo tiempo -allí está la transcripción de su conferencia matutina- haya considerado desafortunado, si, desafortunado, la dependencia de la economía mexicana de Estados Unidos. ¿Qué tal que no? Uff!
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@RoCienfuegos1