Le cuento esta vez una anécdota casi personal, pero que hacerla pública me parece útil en medio de la sorpresa generada
por la designación, nombramiento u lo que sea de la nueva titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), cuyo nombre es lo de menos, pero cuyo perfil sí importa y mucho en un país como el nuestro tan urgido de acometer prácticamente una epopeya en el ámbito educativo.
Corrían los años de Felipe Calderón (2006-2012), cuando una lideresa del sector agropecuario mexicano me invitó a acompañarla a la sede de la SEP en Brasil 31, Centro Histórico de la Ciudad. El propósito era atender una entrevista con la entonces titular de la SEP, la panista Josefina Vázquez Mota, quien comandó esa cartera ejecutiva clave entre el 2006 y el 2009, hace ya más de doce años.
Vázquez Mota, diligente sí, atenta también, se puso de pie apenas ingresamos en el amplio, enorme, despacho a su cargo. Una vez cumplidos los protocolos de saludos y presentaciones, la alta funcionaria del calderonismo se apoltronó cómodamente detrás de su escritorio para iniciar el diálogo con la comitiva recién llegada. Transcurrió una conversación cordial, ejecutiva, seria, con base en una agenda convenida y puntual. No tengo ni registro el tiempo de la plática, pero asumo que ésta se consumió en no más de treinta minutos. Fue precisa y se convinieron algunos acuerdos. Salimos del despacho, satisfechos en general del encuentro, y con una expectativa positiva, favorable.
Fue la única vez que estuve de frente a Vázquez Mota, más tarde candidata presidencial por el PAN, una aspiración fallida como sabemos ahora.
No obstante, ha sobrevivido desde entonces una impresión muy personal y subjetiva -admito- sobre esa reunión. Por motivos o razones que aún hoy desconozco, pero que machacan mi recuerdo, una cavilación acompañada de varias preguntas aún persisten. ¿Qué ha pasado en México con muchos funcionarios de alto nivel, jerarquía y aún responsabilidad? ¿Acaso la calidad de nuestros altos funcionarios públicos también ha ido en una demérito constante y persistente con el tiempo? Quizá resulte válida la conseja -¿conseja? – de que en estos tiempos ya cualquiera puede ser presidente, incluso. No lo sé, pero aquella vez en el despacho de la SEP sobrevinieron a mi recuerdo figuras de la talla de José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Justo Sierra Méndez y/o Agustín Yáñez Delgadillo, para referir sólo un puñado de ilustres antecesores de Delfina Gómez Álvarez, o ahora de la maestra Leticia -Lety, como la llama el hoy presidente de México. Me pregunto, claro, si la maestra Lety iguala o supera -lo que sería el ideal- a quienes encabezaron hace años, muchos, una Secretaría tan vital para nuestro país como Educación. Y conste, no es que dude en forma alguna de las eventuales capacidades y experiencias de las últimas dos maestras al frente de la SEP, ni tampoco que desconozca que vivimos tiempos diferentes. Pero como nos dejó dicho Mateo: por sus obras los conoceréis.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1