Dios los hace y ellos se juntan, dicta el popular refrán sobradamente conocido en México y otras latitudes
hispanohablantes. El sábado, por cuarta vez, se entrevistaron en Campeche el presidente López Obrador y su homólogo cubano, Miguel Díaz-Canel.
Se confirió a Díaz-Canel El Águila Azteca, la máxima presea mexicana que el estado otorga a extranjeros, para reconocer un mérito especial en favor de los mexicanos. En este caso fue en retribución del apoyo médico de Cuba a México por la pandemia del coronavirus, cuyo saldo trágico rebasa las 700 mil muertes mexicanas.
Ambos presidentes hablaron de cooperación médica y de infraestructura. Es probable que más médicos isleños, un centenar se estima, lleguen a México para sumarse a otros 600 que operan acá desde el 2020 bajo el argumento de la escasez de especialistas mexicanos, reacios además a trabajar en zonas remotas y potencialmente violentas del país. López Obrador ha defendido a capa y espada su decisión de importar médicos cubanos y ha desligado esto de razones ideológicas.
No obstante, analistas mexicanos sostienen que en la práctica cada médico cubano recibe unos 100 dólares por mes, otra parte similar se entrega a sus familias en su país y el resto se va al bolsillo de las autoridades isleñas, en lo que se ha denominado un esquema esclavista.
El excanciller Jorge Castañeda ha sostenido que los doctores cubanos realizan una "forma moderna de trabajo esclavo". El columnista Leonardo Kourchenko argumenta que en las "brigadas médicas se mezclan elementos de salud, con agentes y operadores políticos, cuya función es construir comités revolucionarios de base".
Kourchenko considera que “bajo el camuflaje de labor humanitaria de salud", los cubanos realizan actividades políticas como selección e identificación de potenciales líderes, capacitación y entrenamiento, difusión y divulgación de propaganda política e ideológica, y conformación de brigadas de defensa de la revolución.
Venezolanos hoy en el exilio coinciden con estos puntos de vista y han advertido que los cubanos son un arma política y económica del régimen castrista que encarna hoy día Díaz-Canel, un gobernante acusado de violaciones graves a los derechos humanos e intolerante a la crítica, la disidencia y la oposición política.
Recién ayer domingo, el canciller Marcelo Ebrard, un soldado fiel de López Obrador que confía en hacerse de la candidatura presidencial de Morena a contrapelo de la corcholata preferida, negó el surgimiento de eventuales fricciones con Estados Unidos ante las demandas hechas por López Obrador para que cese el embargo a Cuba.
Según Ebrard, “México y Estados Unidos somos aliados, pero no tenemos intereses idénticos”.
Añadió que no hay ningún un afán de molestar a Estados Unidos o entrar en fricción. El objetivo, adujo, es que “dejemos atrás el pasado, levanten este tipo de bloqueos y tratemos de crear una convivencia fraterna de las Américas”. Ajá.
En Campeche, López Obrador tributó una vehemente defensa de Cuba y dijo que como una señal de buena voluntad y de que se está en disposición de hermanar a todos los países de América “el gobierno de Estados Unidos debe lo más pronto posible levantar el bloqueo”, que se impuso desde 1962 cuando la Revolución Cubana adoptó el socialismo.
En los últimos cinco años Díaz-Canel ha visitado México cuatro veces. La primera ocurrió en diciembre del 2018 para participar en la asunción del poder de López Obrador, con quien se reunió 10 meses después en la capital mexicana con el fin de hablar de cooperación en materia de salud, educación y deporte.
En septiembre del 2021 Díaz-Canel volvió a México en calidad de invitado de honor por la celebración del Día de la Independencia, y luego en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
En mayo pasado López Obrador visitó La Habana, donde se concretó un acuerdo para el envío de varios cientos de médicos cubanos a México, con el objetivo de reforzar la atención en el sector salud.
Hace más de 60 años, Cuba fue parte clave de la diplomacia mexicana por razones geopolíticas, pero hoy, en un mundo absolutamente distinto, Cuba es si acaso y apenas una reminiscencia inviable. ¡Qué ganas de anclar a México en el pasado!
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1