Macanazos

La víspera, ni modo, fue un mal día para el presidente de la Cuarta Transformación, aun cuando ya lo temía, tanto que

soltó el sonoro epíteto de “hipócritas” casi como una premonición de lo que confirmarían horas más tarde ocho de los once ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al invalidar el traspaso de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Uno de esos votos fue el emitido, imagínese usted, por la titular del máximo tribunal constitucional, Norma Piña Hernández. ¡Kaput!

La determinación de los ocho ministros se registró durante la sesión pública de la víspera. El Pleno del máximo tribunal del país declaró inconstitucionales diversas modificaciones de ley que permitieron que el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional estuviera bajo el mando de la SEDENA y ya no de la Secretaría de Seguridad Pública y Ciudadana, a cargo de Rosa Icela Rodríguez. Sobre el punto, el ministro Javier Laynez Potisek dijo que el traspaso fue “técnicamente un fraude a la Constitución”.

En el proyecto elaborado por la ponencia del ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá se argumentó la invalidez de estas reformas de ley al violar el artículo 21 constitucional, el cual establece que la investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y a las policías.

De igual suerte, el ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo, consideró que el traslado de facultades “no honra la disposición contenida en el artículo 21 constitucional” y afecta el perfil que el propio constituyente permanente quiso establecer para este cuerpo especializado de la Guardia Nacional.

Pero los votos en contra de declarar inconstitucional el traspaso de la Guardia Nacional al feudo, digo a la SEDENA del todopoderoso general Luis Cresencio Sandoval González, provinieron -sí, adivinó usted- de las ministras Loretta Ortiz Ahlf y Yasmín Esquivel Mossa, así como el ministro Arturo Zaldívar, los baluartes más sólidos del prócer de Macuspana. Tres contra ocho fue el resultado, que seguramente hará trinar y fuerte esta mañana de miércoles al comandante supremo de las fuerzas armadas nacionales, cuyo pecho no es bodega según ha ratificado en cuanta oportunidad se presenta o se abre.

De hecho y como previniendo el nuevo batacazo, ayer mismo en la celebérrima matutina, convertida en prácticamente una agencia del Estado mexicano -pero más barata, eso sí- tras el anuncio de la extinción de Notimex, el comandante supremo dijo que esperaba que el traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena no fuera a declararse inconstitucional por el Supremo Tribunal del país so pena de que corriera la suerte de la Policía Federal y se hiciera “completamente corrupta”. Así, sin medias tintes y en la hora más crítica de las definiciones.

Hacia adelante, dijo en su matutina, que es lo que más le preocupa cuando sacando cuentas ya sólo le restan 17 meses, vislumbró “lo triste de crear una institución nueva que está funcionando muy bien, que ya tienen 130 mil elementos, que tiene hasta ahora 280 cuarteles en todo el territorio nacional, que va a tener 500 para proteger a la gente y que llegue a manejarla un junior, un García Luna sin principios, sin profesionalismo, sin honestidad. ¿En qué va a terminar? Pues como terminó la Policía Federal”.

Sí, sin duda, sería tristísimo, en particular en un país donde la muerte violenta tiene ya asentados sus reales y extendidos sus poderosos tentáculos conforme a cifras cada vez más espeluznantes, y que se remontan al origen mismo de una política de combate frontal al crimen organizado y el narcotráfico, pero que transcurridos ya 17 años y bajo la consigna de “abrazos y no balazos” goza de excepcional salud “haiga sido como haiga sido”.

Y ya leyendo el presente y aún más, el futuro, dijo que “cuando voten de que no quieren que la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa ahí va a quedar asentado hacia el futuro”. ¡Faltaba más!

Casi para terminar, la fuente informativa dijo que quienes se oponen “utilizan como excusa de que se va a militarizar el país. Los que aplaudían cuando utilizaban al Ejército para reprimir al pueblo ahora están preocupados y son defensores de derechos humanos”. Un último adjetivo, duro, seco, sin medias tintas, soltó: “Hipócritas”. Esto anticipando el resultado adverso de una votación en el supremo tribunal del país, que se confirmó en horas de la tarde de ayer martes. Ni hablar.

En un tema vinculado, pero no vinculante, y como respuesta al atisbo de pregunta “sobre los viajes -de terciopelo- que hizo el general al extranjero”, el general Sandoval González, según un reportaje del periodista Ignacio Rodríguez Reyna, para Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), en alianza con Fábrica de Periodismo,  el jefe máximo de las Fuerzas Armadas Nacionales dijo: “No, no, no, es que tenemos que protegernos, porque la DEA está informándoles a Proceso y a otros.

Ahora resulta que el Pentágono le informa al Washington Post, hackean…”.

El General, sí, con mayúscula, puede dormir tranquilo porque después de todo, si en el peor de los casos no tiene quien le escriba, si tiene quién lo proteja y defienda. Vaya que sí. Eso es poder.

Roberto Cienfuegos J.

@RoCienfuegos1