En eso de los planes “A”, “B”, “C” y los que se acumulen en lo que resta del sexenio, el presidente López Obrador
revela su tenacidad o empecinamiento, así resulten temerarios. La persistencia, esa cualidad del carácter de las personas que no se amilanan o achicopalan y mucho menos dan tregua o ceden, es casi siempre vista como un atributo en una personalidad fuerte y decidida. Sin duda, lo es. Claro, no todas las personas poseen esa fortaleza de carácter, que en la mayoría de los casos se inscribe en el ámbito de la virtud. López Obrador ha dado muestras infinitas de persistencia, otros la llaman necedad. Lo cierto es que sufrió, por ejemplo, reveses electorales que habrían echado a la lona a más de uno, y para siempre. No fue su caso. Se levantó, tuvo paciencia y como ocurre en toda competencia memorable, notable y sobre todo muy emocionante, vino desde atrás y se hizo en su tercer intento de la presidencia de la república. El hecho marcó sin duda alguna una hazaña política más que significativa. Esto es algo que hay que reconocerle, sin regateos, así haya sido el fruto o la conquista de una enorme ambición, o aspiración -él que tanto ha repudiado públicamente a los aspiracioncitas- por alcanzar el poder. Y vaya que, aún dentro de los márgenes más o menos habituales de participación electoral que imperan en México, López Obrador arrasó en esa su tercera y muy probablemente, última intentona. La contundencia de su victoria electoral también le dio la mayoría de los asientos del Congreso federal.
En la Ciudad de México, Morena se alzó con la jefatura del gobierno y 14 de las 16 alcaldías, esto también y en buena parte por el arrastre popular de López Obrador, mientras que se impuso además en cinco de las nueve gubernaturas en juego en la elección del primer domingo de julio del 2018.
López Obrador logró casi el 54 por ciento de los votos, en un triunfo histórico e incontestable. Su llegada al poder abrió la puerta por vez primera a un gobierno definido en el discurso como de izquierda, algo muchas veces buscado, pero por mucho tiempo insospechado en México.
Y sin embargo, con todo ese poder en las manos, la figura de López Obrador concitó aun entonces un par de preocupaciones. La primera sobre cómo habría de aminorar la polarización que caracterizó la campaña triunfadora y, la segunda, si en efecto hubiese de cumplirse la promesa de sepultar o al menos abatir la corrupción pública. Otro punto crítico, asociado con la llegada de López Obrador, fue si su gestión pudiera reducir de manera drástica la violencia criminal y el narcotráfico.
Aun cuando se impuso ampliamente en las elecciones del 2018, ya entonces sus críticos más ácidos mostraron desconfianza a su persona, en particular por una proclividad al autoritarismo. En su primer discurso tras su victoria, López Obrador llamó "a la reconciliación de todos los mexicanos", y aún lanzó un mensaje de tranquilidad para los inversionistas y el sector empresarial.
Ahora que su gestión se aproxima al quinto año, los mexicanos tenemos una idea amplia sobre el saldo que arroja su gobierno y conocemos bastante bien su peculiar estilo personal de gobernar. Claro, hay quienes están felices, felices, felices. Otros no tanto y algunos más lo detestan. La polarización, eso sí, está más ardiente que nunca.
En ese contexto, López Obrador recién acaba de ratificar el plan “C” de su mandato, ya irremediablemente en el ocaso. En su matutina de ayer jueves, invitó a consumar la obra en favor de la Cuarta Transformación en las elecciones del 2024. Llamó a votar por los candidatos de Morena a la presidencia y el Congreso a fin de que la transformación logre la mayoría legislativa calificada el año próximo, con lo que podría acometer reformas constitucionales sin obstáculo alguno, entre ellas dos que para él son críticas desde ahora mismo; una, la incorporación de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, y dos, la elección por voto popular de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Se trata en ambos casos de una nueva apuesta, temeraria, sin duda. ¿Favorable para México? Eso está por verse.
Roberto Cienfuegos J.
@RoCienfuegos1