Mordimos el anzuelo: ¡Bienvenido Lozoya!
Benditas coincidencias de nuestra tierra pródiga; los vientos de la casualidad, la inesperada conjunción de los astros, el imprevisible y caprichoso azar, nos han traído al ansiado testigo: Este ímprobo e impresentable personaje que, a decir de sus captores mostrará a la concurrencia, sin ambigüedades ni artilugios, la inmoralidad y la podredumbre del viejo conservadurismo frente al inmaculado rostro de la gestión en turno.