El necesario rescate del arte de gobernar
Gobernar es un arte difícil de practicarse. Implica, entre muchas otras cosas, tener la convicción de hacer lo necesario para garantizar la vida y la seguridad de las personas que forman el Estado, aún y cuando lo que se haga sea impopular o, incluso, hasta cuestionable. Es, en síntesis, poner el interés general, el bien mayor —o el mal menor— sobre el apetito egoísta de la popularidad.