Opinión

Pareciera que las cosas que se le ocurren al Presidente de la Republica siguen engrosando el laberinto que conduce a la destrucción del país. Y no es que pretenda ser alarmista, pero la crisis del coronavirus ha sido el parteaguas que marcará el antes y el después de su gestión al frente del Gobierno Federal por la irresponsable conducción de la pandemia. Otro elemento es su carencia de habilidad para concebir los momentos en que el Estado tiene que implementar medidas de contención ante el empobrecimiento generalizado no tan solo por la pésima conducción, sino por ocultar las cifras del impacto pandémico y minimizar la crisis económica. Nunca alcanzará el dinero destinado a los programas sociales si no existe un proyecto claro y apoyado por el gobierno de reactivación del empleo. 

No es broma, el gobierno de la Ciudad de México permitirá el ingreso al Zócalo de acuerdo a la letra inicial de su apellido y sólo un miembro de la familia. Esa es la medida extraordinaria para un país que ha sido desastroso en el manejo de la pandemia.