Opinión

No es que pretenda abollar el prestigio del Presidente de la República, pero es un hombre acostumbrado a mentir por necesidad. Dicen por ahí que el que mucho habla mucho se equivoca, y creo que el tiempo le está cobrando las mentiras que se acostumbro a verter por todos los rincones del país. De Donald Trump dijo muchas cosas, sobre todo que cuando él fuera Presidente de la República lo pondría en su lugar por tantas ofensas lanzadas a los mexicanos.

En un vistazo rápido a la historia, permite constatar que México proviene de una costumbre jerárquica donde las decisiones públicas giran alrededor de la una sola persona, la figura central, incluso paternal, al gran tlatoani, al virrey, al emperador, al dirigente, al líder. De ahí nuestra tradición presidencialista.

Con los desaciertos de nuestros errores está hecha nuestra experiencia.
Justo Sierra, escritor y periodista mexicano.
 
Como estudiante de la UNAM, desde el CCH hasta la carrera de Derecho y la especialización, entendí perfectamente que los mexicanos necesitamos es un equilibrio social. La economía, y no la política, es el instrumento para lograr ese objetivo en donde la pobreza no sea generalizada y que el bienestar sea la premisa de los gobiernos.

Es probable que el hecho que a continuación refiero esté asociado con aquella cándida frase de “volarse la barda”, una expresión muy ligada al béisbol, el llamado rey de los deportes y por el que nuestro presidente experimenta una gran afición. ¿A qué aludo? Al intento –ojalá y allí quede- de la Secretaría de Economía de cancelar los arrendamientos de numerosos equipos de cómputo que utilizan los empleados de esa dependencia federal con el argumento de la austeridad. Eso sí que sería volarse la barda.

Desde la etapa de la Ilustración en Europa los pensadores como John Locke, Juan Jacobo Rousseau, entre otros, quienes vivieron en carne propia la Monarquía. El primero en Reino Unido, y el segundo la Monarquía absoluta en Francia, ambos coincidían en señalar en sus obras académicas, que el poder no lo podía detentar una sola persona, es decir, el Rey tenía la facultad de expedir leyes, impartir justicia y administrar al gobierno,

Sin lugar a dudas no hay buenas noticias, y lo peor es que tampoco existen certezas. La confianza comienza a desaparecer y sin remedio se convertirá en algo inalcanzable para el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.

No es un viaje a Disney, se trata de una visita que se inscribe en el dramatismo de dos personajes que necesitan con urgencia buenas noticias para sus respectivos proyectos, la foto no es si AMLO se puso cubrebocas en el avión o si se aplicó la prueba del covid-19. Estamos frente a un capítulo más de la tortuosa relación entre México y Estados Unidos.