Opinión

Quienes consideramos a la libertad y a la democracia como derechos fundamentales del ser humano, vivimos momentos sumamente aciagos y preocupantes. En todas las naciones del mundo se gestaron movimientos políticos disruptivos, ensalzando banderas muy populares que reivindican injusticias añejas y profundamente arraigadas en el inconsciente colectivo, con miras a generar bases electorales amplias y sólidas, para obtener el control del poder político de las naciones. 

A los 83 mil muertos por la pandemia, al impacto del huracán Delta, a la torpeza de desaparecer los fideicomisos, se suma la enorme pérdida física de un prohombre nacional, Mario Molina,

Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebron, fue nombrado Dictador Vitalicio con el tratamiento de Alteza Serenísima en 1853, aunque derrocado dos años más tarde. A lo largo de su extensa carrera política fue considerado ambiguo por participar en partidos contrarios ya fuera con realistas, monárquicos,

Antes, en otras administraciones, en el refranero popular se decía “pega con la derecha, cobra con la izquierda” y no se trataba de un asunto de incongruencias, sino de intereses.

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