Algunos gobernadores comienzan a quejarse de que los están dejando solos en la resolución de los problemas que tienen que ver con la delincuencia organizada. Y no es que ellos no puedan enfrentarla y confrontarla, pero la impreparación de las policías locales provocaría una verdadera carnicería si se topan con grupos de sicarios entrenados para martirizar, matar y descuartizar. Por si eso fuera poco, el armamento con el que cuentan es nimio comparado con el arsenal de que disponen los delincuentes, por lo que enfrentarse a ellos en esas condiciones es como ir al paredón a que los fusilen. Las cosas no están bien en materia de seguridad, y lo peor es que después de la reunión del viernes pasado, donde el presidente Enrique Peña Nieto les señaló prácticamente que tienen que rascarse con sus propias uñas, muchos están pensando en emprender la huida como lo hiciera en su momento Rodrigo Medina cuando pernoctaba del otro lado de la frontera.