Opinión

No fue el covid lo que le cayó como anillo al dedo al presidente Andrés Manuel López Obrador, sino la facilidad para sacarle kilometraje a un pleito que pinta de penoso lavadero, choque de mandíbulas que oculta el estado actual de las cosas.

Es curioso. También muy llamativo. Es más, resulta hasta evocador de los cuentos sobre detectives, investigadores, policías y sabuesos construidos con la parsimonia del imperdible Gilbert K. Chesterton.

Está visto que no importa que se amontonen los muertos por el coronavirus, que quiebren miles de empresas, que millones pierdan su empleo, los mexicanos tendrán que "rascarse con sus propias uñas", ha sido la sentencia desde Palacio Nacional.

Sin lugar a dudas no es lo mismo pulular por todos los rincones de un país criticando cada cosa que hacen los gobernantes que cumplir las expectativas que se ofrecen de manera simplista e irracional, pensando que todo se resuelve con la simple llegada al poder.