Columna invitada

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Dicen que "tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe", y quien acuñó la cita tuvo mucho de razón. Otros dicen que forma parte de la "sabiduría popular", por lo que me di a la tarea de indagar donde vive, habita, cohabita, aloja, inquilinea, pernocta, duerme,

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La elección pasada nos dio muchas lecciones, pero también permitió a los políticos verse en las mieles del poder. Y no es que requiera yo de un gran ejercicio de imaginación para visualizar lo que algunos hombres y mujeres pretenden hacer con el país,

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Hay cosas que me enchilan el alma, que me provocan dolores en el espíritu, y que hacen que me salga escorbuto por todo mi maravilloso y atlético cuerpo. Y no es que sea yo muy delicado para eso de andar teniendo reacciones por lo que hacen mal los malandros que tenemos en esta bendita tierra, sino que me enronchan el corazón las injusticias que cometen quienes se presumen como justicieros simplemente porque los gobernantes timoratos como Gabino Cue lo han permitido.

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Tradicionalmente me he referido a los problemas domésticos. Los he analizado, desmenuzado y criticado como tiene que ser el trabajo de un periodista de mi estatura, intelecto, y osadía, pero también he propuesto algunas cosas que mi brillante cerebro produce para bien de la humanidad, y en esta ocasión me referiré a algo que viene ocurriendo en el Continente y que me ha tenido cavilando un poco para determinar que es lo que esta pasando por la mente de esos gobiernos de corte populista que se han enquistado y que se han convertido en verdaderos dictadores porque han sometido, sojuzgado, manipulado, y empobrecido a la gente. El populismo es ya una epidemia que conviene analizar y en su caso deponer antes que sigan provocando mayores males en los pueblos de esta América nuestra.