Una vez más el ex presidente Felipe Calderón incursiona en campañas políticas de signo albiazul. Tiene derecho, claro. También es cierto que como ex presidente rompió la tradición de sus antecesores priistas de prácticamente retirarse de la política. Unos porque tras el poder se hicieron impresentables a la opinión pública que los confinó al destierro como el caso emblemático de Carlos Salinas de Gortari. Otros mejor fueron en busca de buen recaudo a empresas multinacionales y/o universidades del extranjero. Fue el caso de Ernesto Zedillo, quien al menos tuvo el pundonor de renunciar a la pensión vitalicia que se concede en México a quienes gobernaron el país, “haiga sido como haiga sido”, según la expresión popular que se endosa al ex inquilino panista en la residencia oficial de Los Pinos.