Opinión

Por mera casualidad me he involucrado en la lectura de tres textos que me demuestran la fragilidad del Estado de Derecho, me explican por qué estamos como estamos y dan cuenta del enorme cinismo

Se atribuye al Quijote de Cervantes la frase: “Cosas veredes amigo Sancho…” para anticipar las sorpresas y aún incredulidad que depara la cosa pública en  general y por estos días muy en particular, en nuestro México.

Andrés Manuel López Obrador es un hombre que acumula un tremendo odio irracional sobre el pasado de este país. Y no le gusta por la simple y sencilla razón de que abomina el triunfo de los demás, pero sobre todo, el nivel de preparación que sus antecesores tuvieron en su paso por la Academia.

Consumado el autoritarismo con el que se desaparecieron 109 fideicomisos, los diputados que se dicen son representantes del pueblo, ya sea bueno o malo, aplaudieron a rabiar su triunfo por ser mayoría, sin escuchar las voces de la cultura, ciencia, deporte e investigación, porque la prioridad era quedar bien con la “línea” trazada por su “patrón” de Palacio Nacional.

Al escribir estas líneas me pregunto si son importantes las cifras de muertes, contagios, sospechosos y aún los casos de personas estudiadas para determinar el ritmo de la pandemia del Covid-19 en México. ¿Es importante acaso que noche a noche las autoridades sanitarias del país, nos revelen nuevos números sobre la terrible enfermedad?

Pregunto y va en serio, muy en serio. amlo ha asegurado que es el político mejor informado en el país y no sabe qué es lo qué sucede a su alrededor? Revisemos. Cuando fue jefe de gobierno en el DF, se exhibieron los videos de René Bejarano, su brazo derecho y confidente, recibiendo fajos de billetes en dólares, de igual forma desde Las Vegas se pudo apreciar a su financiero