La disculpa pública
Algunas veces los hombres y mujeres que se dedican al ejercicio público o a la política de partido son tan incongruentes, que rayan en el cinismo cuando asumen posiciones que más que generar simpatías entre los electores pasan por el campo de lo grotesco y ridículo. Y no es que mi dureza en la reflexión signifique que alguien en especial haya realizado un acto que me afecte en lo personal, porque en la mayor parte de las veces lo que hacen repercute severamente en el campo de lo público, y concretamente en el comportamiento de nuestra sociedad. Por ello hablo de la irresponsabilidad como forma de hacer política, porque se pretende asumirse como los poseedores de la razón cuando la realidad indica que mucha de la culpa de nuestros males proviene de ellos.