Columna invitada

Evaluar y recomponer la estrategia de contención del Coronavirus, es una decisión presidencial impostergable*. El 6 de agosto será recordado como el día en el que se alcanzó la cifra de 50 mil mexicanas y mexicanos muertos como consecuencia de la pandemia que sigue sumando víctimas -cuando el 4 de mayo el subsecretario López Gatell aseguró que el número total de muertes en nuestro país por coronavirus serían alrededor de 6 mil,

Dicen por ahí que mucho ayuda el que poco estorba, o al menos eso debieron pensar los acapulqueños al ver que se volvió viral un video titulado “Mom, I’m in Acapulco”, el cual parece más un adelanto de la nueva temporada de “Acapulco Shore” que un promocional del destino guerrerense, razón por la que fue juzgado duramente por miles de usuarios en redes sociales. 

Es imposible negar que fue una semana interesante. Primero el doctor Ackerman, alias “el nopal” (por todas las propiedades que le han encontrado) montó un berrinche monumental cuando su candidata y amiga Diana Talavera quedó fuera de las quintetas de aspirantes a consejeros del Instituto Nacional Electoral, INE. 

En un vistazo rápido a la historia, permite constatar que México proviene de una costumbre jerárquica donde las decisiones públicas giran alrededor de la una sola persona, la figura central, incluso paternal, al gran tlatoani, al virrey, al emperador, al dirigente, al líder. De ahí nuestra tradición presidencialista.