Columna invitada

Mariano y Valeria, tenían diez años de casados, habían procreado tres hijos de nueve, siete y cinco años, ella desde un principio se dedicó a las labores de su hogar y a cuidar a sus hijos.

Hace algunos años, más de los que quisiera acordarme, motivado por mi mujer, comencé a dar clases de computación a niños de preescolar.
El reto era grande, enseñarles a usar una computadora a niños y niñas que no sabían leer ni escribir, así que enfrenté el reto y comencé un programa con ellos.

Esteban Miranda siempre había sido un hombre trabajador y esforzado que luchó por superarse en la vida, no sólo como persona, sino como empleado, trabajador y responsable.